Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable
8 de julio de 2025Imaginemos que abrimos nuestro armario de la cocina y, entre el café y las especias, vemos frascos de colores brillantes, algunos de ellos aparecen etiquetados como “multivitamínicos para energía”, “magnesio para el antiestrés” o “vitamina C inmunoestimulante”. Todos ellos suenan a una solución rápida, ¿verdad?
Ahora bien, si somos personas sanas y seguimos una dieta equilibrada, todos estos suplementos no son solo innecesarios, sino que también pueden ser peligrosos para nuestra salud.
Los suplementos nutricionales se han convertido en un placebo moderno. Se estima que la industria de los suplementos mueve anualmente unos 27.000 millones de euros y lo hace siguiendo una estrategia clara y meridiana: vender soluciones rápidas a problemas complejos.
Las redes sociales nos lo presentan como balas mágicas frente al cansancio o el estrés. Pero la ciencia es rotunda en este sentido: una dieta variada proporciona todas las vitaminas y los minerales que necesitamos, sin necesidad de que haya que tomar suplementos.
Evidentemente, puede haber excepciones a la regla, no demonicemos todos los suplementos, como puede ser el embarazo o determinadas enfermedades en las que sea necesario tomarlos como “prevención”. En este contexto siempre debe ser un facultativo el que establezca qué tipo de suplemento, no todos valen, la dosis y la duración del mismo.
El consumo de suplementos vitamínicos y minerales, como el magnesio, se ha popularizado bajo la creencia de que aportan beneficios adicionales a la salud, pero es fundamental saber que estos productos pueden tener efectos adversos y, en ocasiones, resultar perjudiciales para el organismo, especialmente si se toman sin supervisión médica.
Diversos estudios han demostrado que los suplementos no están exentos de riesgos: según datos publicados en el New England Journal of Medicine, alrededor de 23.000 personas acuden cada año a las salas de urgencias en Estados Unidos debido a reacciones adversas causadas por suplementos dietéticos. Los efectos adversos pueden oscilar desde el dolor torácico hasta las palpitaciones, pasando por mareos, vómitos, dificultad para respirar, erupciones cutáneas y dolor muscular intenso.
El exceso de magnesio, por ejemplo, puede provocar diarrea, náuseas, calambres abdominales y, en casos graves, hipotensión, problemas respiratorios y arritmias cardíacas, especialmente en personas con insuficiencia renal. Por otro lado, una sobredosis de multivitamínicos puede causar desde náuseas, vómitos, diarrea y dolor de cabeza, hasta alteraciones en el ritmo cardíaco, confusión mental y, en casos extremos, daño hepático o renal.
Además, y esto también se debe tener en cuenta, algunos suplementos pueden interactuar con medicamentos, disminuyendo su eficacia o potenciando efectos secundarios, lo que puede poner en riesgo la salud del usuario.
Y es que tomar suplementos nutricionales innecesarios sería equivalente a caminar por una acera con un paracaídas, no solo sería innecesario, sino también contraproducente. Así que ya sabe, la próxima vez que un influencer promocione suplementos hágase la siguiente pregunta ¿los necesita realmente? Tenga en cuenta que la salud no es un trend, es una ciencia.