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Lucía mi pediatra: “En el embarazo, ni una gota de alcohol”

La conocida pediatra explica para Medicina Responsable cómo puede afectar una mínima cantidad en el feto: “Es perjudicial para su desarrollo cerebral y físico”

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Lucía mi pediatra: “En el embarazo, ni una gota de alcohol”
Lucía mi pediatra.

Por Virginia Delgado

22 de octubre de 2024

Ni una gota. Esta es la cantidad de alcohol que puede tomar una mujer embarazada. Ni siquiera un poco. Nada. Los expertos son tajantes con este tema porque se ha comprobado que una cantidad mínima puede tener consecuencias graves y directas sobre el feto. “Puede llevar a un amplio espectro de alteraciones, conocidas como Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), que incluyen problemas cognitivos, de comportamiento, dificultades en el aprendizaje, de memoria y de lenguaje, así como malformaciones físicas. Estos problemas pueden durar toda su existencia afectando de una forma grave a la calidad de vida de estos niños y de sus familias”, explica a Medicina Responsable la médico pediatra Lucía Galán Bertrand, más conocida como Lucía mi pediatra.

Este tema le preocupa como profesional y como madre y, por ello, lo trata en profundidad en su libro “Los virus no entran por los pies”, de la editorial Planeta. En sus páginas explica cómo actúa el alcohol durante la gestación. “Atraviesa la placenta, lo que significa que cualquier cantidad que consuma la madre llega al bebé en la misma concentración, con la diferencia de que ese cuerpo y ese cerebro diminuto aún están en formación”, ha subrayado. Al no tener el sistema maduro para metabolizarlo, al bebé le puede afectar a su desarrollo cerebral y físico. “El mensaje ha de ser claro, no hay una cantidad segura de alcohol durante el embarazo”, insiste la pediatra, fundadora de Centro Creciendo.

El diagnóstico del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal es clínico y puede ser muy difícil de pronosticar en los primeros meses de vida. Los bebés afectados pueden presentar rasgos físicos característicos, como la cabeza y los ojos más pequeños o el filtrum labial (el surco entre la nariz y el labio superior) aplanado. No obstante, en ocasiones, los signos no son tan evidentes. “Quizá no se presentan en un inicio o no hay alteraciones faciales, pero sí intelectuales o cognitivas. Existe la posibilidad de que tengan discapacidad intelectual, trastornos de conducta o de aprendizaje, alteraciones de memoria, hiperactividad, impulsividad, problemas con la interacción social, con la interpretación del lenguaje no verbal, con el juicio o con el pensamiento crítico. Todas estas manifestaciones se van haciendo cada vez más evidentes a medida que van cumpliendo años”, manifiesta Lucía Galán.

Muchos de estos síntomas pueden confundirse con los del trastorno del espectro autista (TEA) o el del déficit de atención con hiperactividad TDAH, lo que hace que su diagnóstico se complique. Mucho más aún si, como ha añadido la pediatra, “las madres no reconocen que han consumido alcohol”. Una situación que, además, hace muy difícil la detección precoz. “Con ella se pueden implementar antes intervenciones terapéuticas para ayudar a mejorar sus habilidades cognitivas y sociales. La intervención temprana en áreas como el lenguaje, el comportamiento y la cognición es clave”. A estos niños, se les deriva a psicología infantil, psiquiatría infantil, neuropediatría y unidades de atención temprana”, añade la doctora Lucía Galán.

Prevalencia

No hay estadísticas exactas sobre la prevalencia del TEAF en España, pero los estudios indican que podría afectar a entre 2 y 5 de cada 100 niños. “Esto significa que existe la posibilidad de que haya miles viviendo con algún grado de este trastorno, muchos de los cuales no están diagnosticados. La Asociación Española de Pediatría estima que puede haber hasta un niño en cada aula del colegio”, ha subrayado la profesional.

Para estos pequeños, un buen entorno familiar donde haya apoyo emocional y estabilidad es fundamental, así como la posibilidad de acceder a programas de apoyo escolar y terapias adaptadas. “También es crucial que los profesionales de la salud estén mejor capacitados para identificar estos casos y que se fomente una mayor concienciación sobre los riesgos del consumo de alcohol durante el embarazo. Necesitamos mejorar el acceso a herramientas de diagnóstico precoz y, sobre todo, crear protocolos de seguimiento para niños en riesgo desde sus primeras etapas de vida”, ha concluido la doctora Lucía mi pediatra.



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