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La infodemia, la otra pandemia que afecta a la salud

Educación, transparencia y responsabilidad compartida son las mejoras estrategias para combatirla

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La infodemia, la otra pandemia que afecta a la salud
Pixabay

Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable

16 de octubre de 2025

La infodemia es un término que ha cobrado gran relevancia en los últimos años, especialmente en el ámbito de la salud pública. Se refiere a una sobreabundancia de información, ya sea correcta o no, que se difunde rápida y masivamente, generando confusión y dificultando que las personas encuentren fuentes confiables y orientación precisa cuando realmente lo necesitan. 

Este fenómeno no es nuevo, pero ha alcanzado una dimensión global después de la pandemia de Covid-19, cuando la cantidad de datos relacionados con la salud se ha multiplicado exponencialmente y se han mezclado hechos científicos con rumores, desinformación y noticias falsas. 

La palabra infodemia proviene de la fusión de “información” y “epidemia”, y describe una especie de contagio informativo. A diferencia de una simple sobrecarga de datos, la infodemia se caracteriza por la coexistencia de información verídica junto a información incorrecta, engañosa o creada con intenciones maliciosas. 

La velocidad y el alcance de esta información se ven potenciados por las redes sociales, plataformas digitales y mensajería instantánea, que permiten que cualquier persona publique y comparta datos sin filtros rigurosos. Esto complica la tarea de discernir qué información es fiable, especialmente para públicos no expertos, y puede generar alarma, desconfianza o incluso rechazo a medidas sanitarias esenciales. 

Riesgos para la salud y la sociedad

Los peligros de la infodemia no se limitan solo a la mala calidad de la información, sino que tienen consecuencias concretas en la salud pública y en el bienestar individual. Entre los riesgos más importantes destaca la generación de miedo y ansiedad por la circulación masiva de noticias alarmistas o falsedades sobre enfermedades, tratamientos o vacunas. 

La desinformación puede hacer que personas adopten remedios peligrosos, eviten acudir a centros médicos o rechacen campañas de vacunación. Además, provoca polarización social y debilitamiento de la confianza en las autoridades sanitarias, dificultando la implementación de políticas de salud pública efectivas. 

En este contexto, el exceso de información genera un gran desgaste emocional en la población, que se encuentra saturada y desorientada. Muchas personas experimentan agotamiento, estrés, y dificultades para tomar decisiones informadas ante problemas de salud. Este fenómeno también afecta al personal sanitario, al dificultar la comunicación con pacientes que llegan a la consulta con ideas erróneas o temores infundados derivados de lo leído en internet y redes sociales. 

El desafío es reconocer fuentes fiables

El problema no es que la población busque información, sino la dificultad para acceder a datos fiables en medio de un mar de contenidos contradictorios. Muchas veces, las personas no logran diferenciar entre una noticia científicamente validada y un rumor viral, o entre fuentes oficiales y cuentas anónimas sin respaldo. Esto puede generar confusión, dudas persistentes y decisiones equivocadas en salud.

Por ello, parte del desafío al que se enfrenta la sociedad es a educar a los usuarios para desarrollar pensamiento crítico frente a la información, reconocer fuentes fiables, y utilizar plataformas que prioricen contenido verificado. De igual forma, las instituciones deben comunicar de manera clara, accesible y transparente para reforzar la confianza. 

 

 



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