Los ahogamientos son una causa de muerte habitual en la época estival. Según un informe de la OMS, es una de las 10 principales causas de muerte por lesión no intencionada en niños y jóvenes en todo el mundo, siendo la piscina el escenario más habitual para este tipo de accidentes.
Según datos del Informe Nacional de Ahogamientos (INA), en2024 se ha producido el segundo peor primer trimestre del año en muertes por ahogamiento no intencionales en España desde 2015. Entre enero y marzo han fallecido 79 personas y en lo que va de año ya suman 186. Asimismo, marzo de 2024 ha sido el segundo peor tercer mes de la serie histórica, al haber perdido la vida en los espacios acuáticos españoles 27 personas.
La mayoría de los accidentes se producen por cometer imprudencias o por un descuido en la vigilancia de menores que están en el agua. “Aunque se disponga de socorrista, los adultos no deben dejar de supervisar activamente a los niños, incluso si están usando sistemas de flotación”, explica el doctor Ignacio Manrique, coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP). “El único sistema que previene el ahogamiento infantil son los brazos, por lo que no deberíamos estar a más distancia, especialmente, en el caso de menores”, añade.
Pero los más pequeños no son los únicos que se ahogan. Según el INA el perfil de la persona fallecida en lo que va de año es la de un hombre de más de 35 años, que pierde la vida en una playa. Además, se registran dos picos de incidencia de ahogamientos en los niños por debajo de cuatro años y en los adolescentes, normalmente varones, duplicando el índice de mortalidad de las niñas.
Los incidentes en los adultos suelen producirse en agua dulce, especialmente en piscinas particulares, mientras que los menores tienden a sufrir este tipo de accidentes en el mar, canales, ríos y lagos, asociándose el alcohol y las drogas como causas desencadenantes.
Los bulos más comunes sobre el ahogamiento
Existen falsas creencias que pueden propiciar o empeorar una situación de ahogamiento:
- La bandera roja no afecta a todos los bañistas. A través de las redes sociales se ha extendido la idea de que la bandera roja no afecta a los deportistas, ya que para el desarrollo de su actividad necesitan unas condiciones en las que haya olas y/o viento que en muchas playas indican el izado de esta bandera. Tener un alto conocimiento de un deporte náutico, practicar surf o ser nadador no implica inmunidad ante los incidentes acuáticos.
- Los manguitos y flotadores previenen el ahogamiento. Para la prevención del ahogamiento, existen diversos accesorios de flotación frecuentemente usados por niños. Estos dispositivos por sí solos no previenen el ahogamiento, ya que no garantizan que las vías respiratorias queden fuera del agua en todo momento. Su uso como medida preventiva puede generar una falsa sensación de seguridad en bañistas disminuyendo así su atención y vigilancia. El único material efectivo y recomendado para la flotación de los bañistas es el chaleco salvavidas.
- Tras la comida no hay que bañarse para evitar el corte de la digestión. El concepto de "corte de digestión" es un mito muy arraigado y extendido. Tradicionalmente se recomendaba esperar alrededor de dos horas después de comer antes de bañarse para así evitarlo, pero en realidad lo que debemos evitar es el choque térmico que tiene que ver con la circulación sanguínea.
- La persona que se ahoga pide ayuda. Una persona que se ahoga lo hace en silencio, no grita y no pide ayuda, trata de sacar la cabeza y concentra todos sus esfuerzos en respirar. Se ha observado que en el proceso de ahogamiento pueden transcurrir desde unos pocos segundos a pocos minutos; la víctima puede desaparecer de la superficie del agua en unos 90 segundos, por lo que reconocer esta situación es un reto para socorristas y bañistas, ya que incluso se puede confundir con actividades lúdicas.
- Ante un ahogamiento hay que lanzarse a socorrer. La actuación ante un ahogamiento debería ser inmediata, alertando a los servicios de socorro y, si es posible, acercando o lanzando un objeto flotante al que la víctima pueda agarrarse o al menos que pueda mantenerse a flote hasta la llegada de ayuda especializada pero los testigos no deben intentar un rescate entrando en el agua. Cualquier intento de rescate dentro del agua puede comprometer la vida también del primer interviniente añadiendo un nuevo incidente.
- Hay que colocar a la víctima ahogada boca abajo para vaciar el agua de los pulmones. Existe la creencia histórica de que, para poder reanimar a un ahogado, en algún momento debería vaciarse el agua de sus pulmones. Estas maniobras, además de ser inútiles, suponen una pérdida del tiempo esencial para revertir la hipoxia de la víctima.
Refrescarse sí, pero con cuidado.