Por Andrea Martín
15 de diciembre de 2023Un estudio realizado por un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha revelado que la hora a la que desayunamos y cenamos podría influir en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Este estudio, realizado sobre una muestra de más de 100.000 personas, a las que se les realizó un seguimiento entre 2009 y 2022, sugiere que hacer tarde la primera o la última comida del día se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. También explican que un ayuno nocturno de mayor duración se asocia a un menor riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus.
Los resultados, publicados en Nature Communications, sugieren la importancia del horario y el ritmo de las comidas diarias para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, según el estudio Global Burden of Disease, con 18,6 millones de muertes anuales en 2019, de las cuales alrededor de 7,9 son atribuibles a la dieta. Esto significa que la dieta desempeña un papel fundamental en el desarrollo y la progresión de estas enfermedades.
El estilo de vida moderno ha dado lugar a hábitos alimentarios específicos, como cenar tarde o saltarse el desayuno. Además de la luz, el ciclo diario de ingesta de alimentos (comidas, tentempiés, etc.), alternado con periodos de ayuno, sincroniza los relojes periféricos, o ritmos circadianos, de los distintos órganos del cuerpo, influyendo así en funciones cardiometabólicas como la regulación de la presión arterial.
El equipo científico utilizó datos de 103.389 participantes en la cohorte francesa NutriNet-Santé, un estudio de salud pública coordinado por el Equipo de Investigación en Epidemiología Nutricional, para estudiar las asociaciones entre los patrones de ingesta de alimentos y las enfermedades cardiovasculares. Para reducir el riesgo de posibles sesgos, tuvieron en cuenta un gran número de factores de confusión, especialmente sociodemográficos (edad, sexo, situación familiar, etc.), la calidad nutricional de la dieta, el estilo de vida o el ciclo de sueño.
Los resultados mostraron que realizar la primera comida más tarde en el día, o saltarse el desayuno, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, con un aumento del 6% del riesgo por hora de retraso. Por ejemplo, una persona que come por primera vez a las 9 de la mañana tiene un 6% más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular que otra que come a las 8.
En cuanto a la última comida del día, comer tarde (después de las 9 de la noche) se asocia a un aumento del 28% del riesgo de padecer enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, en comparación con comer antes de las 8 de la noche, sobre todo en las mujeres.
Por último, una mayor duración del ayuno nocturno, es decir, el tiempo transcurrido entre la última comida del día y la primera del día siguiente, se asocia a un menor riesgo de enfermedad cerebrovascular, lo que respalda la idea de realizar la primera y la última comida del día más temprano.
Estos resultados ponen de relieve el papel potencial del horario de las comidas en la prevención de las enfermedades cardiovasculares. Sugieren que adoptar el hábito de hacer la primera y la última comida más temprano con un periodo más largo de ayuno nocturno podría ayudar a prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.