Por Julia Porras
6 de marzo de 2024Las redes sociales se inundan cada día de vídeos de niñas, niños y preadolescentes haciéndose rutinas de belleza. La adicción a los cosméticos y cremas de todo tipo, como hidratantes, sérum, contornos de ojos, peeling o exfoliantes ha llegado hasta tal punto que muchos dermatólogos, farmacéuticos e incluso médicos de atención primaria, están alertando de esta peligrosa moda. Es lo que los expertos han denominado cosmeticorexia, “la obsesión por comprar y usar productos de belleza”, que ahora se ha instalado entre los más jóvenes. De hecho, son muchas las marcas de cosmética que han visto el filón y renuevan su gama comercial para hacer productos especialmente atractivos para las niñas, con un packaging especial y llamativo. Incluso se habla ya de las “Sephora kids”, o legión de niñas compradoras compulsivas de esa conocida marca de cosmética.
Esas mismas niñas son las que llegan a las consultas de los expertos con sus progenitores con la piel del rostro llena de eccemas, pequeñas abrasiones o sequedades y no entienden el porqué. “Normalmente son videos de niños o niñas, preadolescentes de entre 10 y 12 años que siguen rutinas de belleza de hasta 10 pasos, como la famosa rutina coreana. Al principio puede parecer hasta gracioso, que una niña pequeña se aplique cremas y cosméticos emulando a una adulta. El problema es que utilizan productos que no son adecuados para su edad, para su piel, porque contienen por ejemplo vitamina C o retinol, indicado para pieles maduras”, explica Helena Rodero, farmacéutica especializada en piel y cabello y divulgadora en redes.
El uso indiscriminado de estos productos puede provocar en la piel inmadura de los niños irritación, dermatitis por contacto o, incluso, pequeños eccemas o abrasiones. Esto se debe a que “la piel de los niños y adolescentes no tiene formada aún la barrera cutánea, es mucho más permeable y los cosméticos penetran más, con lo que pueden resultar dañinos”, explica Rodero. Además, el uso de estos productos no les aporta beneficio porque “a esa edad lo único de lo que tienen que preocuparse es de la prevención”. De hecho, los expertos aconsejan que, si los niños o preadolescentes no tienen ninguna patología de la piel, solo deben usar crema solar para prevenir el melanoma o cáncer de piel. Cómo mucho, continúa Rodero “podrían utilizar alguna crema limpiadora para antes de dormir, pero muy suave, y alguna hidratante en caso de sequedad extrema”. Los padres ante esta adicción lo tienen fácil, asegura Rodero, “porque esto no es como el tabaco que se oculta. Los botes de cremas los podemos ver en la habitación de nuestros hijos o en el baño. Por otro lado, generalmente son los padres los que compran las cremas a sus hijos, incluso a veces marcas caras”, apostilla Rodero.
Este uso de productos cosméticos a edades tempranas puede desembocar en una adicción que habría que tratar desde salud mental. Según la psicóloga Elena Daprá, “en el momento en el que una niña necesita usar uno o varios productos cosméticos para sentirse guapa, o para ser como la influencer a la que sigue en una red social, es necesario revisar si esa niña o ese niño tiene algún problema de autoestima. Si no se ve bien, si tiene complejos que pueda estar intentando ocultar”. Hay que vigilar esas conductas y, sobre todo, apunta Daprá, “que no se convierta en una obsesión el ir maquilladas a cualquier parte”.
Según los expertos, no es necesario hacer nada especial en nuestra piel antes de los 25 años. “A esa edad es cuando la piel del rostro empieza a perder colágeno y entonces sí que hay que usar productos adecuados para cada problema que pueda ir surgiendo”, advierte Rodero. Pero lo principal a cualquier edad es proteger la piel del sol, “tanto en invierno como en verano” y limpiarla muy bien si se utiliza maquillaje a diario. Las rutinas de belleza tienen que ser personalizadas en base a la tolerancia de nuestra piel y de nuestras necesidades, “empezando siempre por concentraciones bajas de componentes como vitaminas, retinol, etc. para ir añadiendo grados de concentración a medida que haga falta”.
Las consecuencias de esta mala práctica a largo plazo aún son desconocidas porque es una moda relativamente reciente, pero “a corto plazo ya se sabe que estos productos, además de provocar como hemos dicho eccemas, abrasiones o sequedades, pueden contener níquel, por ejemplo, u otros metales que provienen de su proceso de fabricación, lo que puede acelerar alergias a estos metales en los niños”, concluye Rodero.