Tocan, disparan, clavan y queman: ¿cómo pican las medusas?

Si estamos bañándonos en la playa y alguien nos dice que en la orilla hay una Aurelia aurita o que un poco más al fondo, dos Physalia physalis, probablemente le miremos extrañados y sigamos en remojo. Pero si traduce estas palabras científicas al castellano y grita: “¡Medusas!”, seguro que salimos disparados hacia la sombrilla. 

Y es que es de sobra conocido que el contacto de estos organismos planctónicos con la piel produce un intenso dolor. En ocasiones no va más allá, pero en otras puede llevar a la persona a entrar en un shock neurógeno (falta de comunicación entre el cerebro y el cuerpo), con el consiguiente peligro de ahogamiento. La Physalia physalis, también conocida como “carabela portuguesa”, es una de las especies que puede provocarlo. Otras, como la medusa común o la variedad llamada “huevo frito”, tienen baja capacidad urticante. 

Cuando las medusas entran en contacto con una persona, sus tentáculos actúan “disparando” unas células urticantes llamadas cnidocistos, que se clavan en la piel, a través de un filamento con espinas, inyectando un veneno. La sensación que se siente es similar a la de una picadura de abeja o una quemadura.

Las lesiones producidas suelen desaparecer en unos días, aunque en los casos graves llegan a persistir semanas e incluso meses. En cuanto a las reacciones, pueden complicarse en personas con problemas cardiacos, renales o enfermedades respiratorias como el asma. Los expertos recomiendan acudir a un médico cuando el contacto de la medusa ha dejado una marca de más de 10 centímetros o se sufren mareos, vómitos, calambres musculares, cefaleas o un malestar generalizado.

Recomendaciones después del contacto 

Después de tener contacto con una medusa, si han quedado restos de tentáculos en la piel, se deben retirar con pinzas. Lo recomendable es lavar la zona con agua salada, sin frotar. No se debe usar dulce porque las células que han quedado en la piel pueden explotar y esparcir más veneno. Para calmar el dolor y bajar la inflamación, es conveniente aplicar frío en la zona afectada unos 15 minutos. 

Durante los primeros días, hay que desinfectar la zona con alcohol yodado. También, se puede aplicar una pomada con corticoesteroides o tomar un antihistamínico, siempre bajo prescripción médica.  

Así podemos evitarlas

Si se ha alertado de la presencia de medusas, conviene evitar las zonas donde rompen las olas, ya que es allí donde se acumulan. Además, no hay que dejar de aplicarse crema solar porque se ha comprobado que protege de los tentáculos. En cuanto a la ropa, es preferible ponerse bañador en vez de bikini y utilizar camisetas. 

En el mercado se ofertan protectores especiales para sus picaduras, que están formulados con una sustancia que libera polisacáridos (carbohidratos complejos) que las confunden haciéndolas creer que están tocando a otra, por lo que no activan sus células urticantes. 

El contacto con estos organismos también hay que eludirlo cuando estén muertos porque su veneno sigue actuando. Y, por supuesto, no se deben tocar trozos que se hayan desprendido.  

Su importancia en los ecosistemas marinos

Para nosotros son un incordio, pero para los ecosistemas marinos las medusas son beneficiosas. Algunos animales, como las tortugas laúd, se alimentan exclusivamente de ellas. Por otra parte, liberan nutrientes que ayudan a mantener la cadena alimentaria del mar e incluso proporcionan información muy útil sobre la salud del ecosistema marino y los impactos del cambio climático. También son una fuente de sustancias bioactivas que sirven para desarrollar productos y tratamientos para la industria cosmética y biomédica.  

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