Por Sergio Díaz
16 de octubre de 2024El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha presentado el informe “Perspectivas del VIH y Salud Sexual en España”, elaborado por el académico de la Universidad de Edimburgo, Jaime García Iglesias. El documento recoge las opiniones de activistas, profesionales sanitarios, políticos y técnicos, y ha sido presentado durante la visita de la directora ejecutiva de ONUSIDA (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida), Winnie Byanyima, al Ministerio de Sanidad.
El informe destaca los avances de España en la lucha contra el VIH en los últimos años, en el que muestran que se ha alcanzado los objetivos conocidos como 90-90-90 para el año 2020. Estos objetivos, establecidos por ONUSIDA, implican que el 90% de las personas con VIH conocen su estado serológico (estado en el cual una persona tiene o no tiene anticuerpos detectables contra un antígeno específico, medidos con un análisis de sangre), que el 90% de quienes lo saben reciban tratamiento y que el 90% de quienes están en tratamiento alcancen una carga viral indetectable. España ha cumplido con estas metas y se dirige hacia los nuevos objetivos 95-95-95, propuestos para 2025, que elevan esos porcentajes al 95%.
El informe alerta de que, a pesar de los avances en el control del VIH, se ha observado un aumento preocupante en otras infecciones de transmisión sexual (ITS) como la gonorrea, sífilis y clamidia. Además, persisten desigualdades en el acceso a la atención médica para ciertos grupos vulnerables. Entre ellos, se encuentran los hombres migrantes que tienen sexo con hombres (GBHSH), las personas trans y aquellos que envejecen con VIH. Estos grupos enfrentan barreras legales, culturales y de acceso al sistema sanitario que dificultan su tratamiento y bienestar.
El estudio también resalta cómo ha cambiado la sexualidad en España, especialmente con relación al VIH. La introducción de la profilaxis preexposición (PrEP), un medicamento preventivo contra el VIH, y la popularización de las aplicaciones de citas han reducido el miedo al virus y han permitido una mayor exploración del placer sexual. No obstante, estos cambios también han generado nuevos retos, como el aumento de prácticas como el chemsex (el uso de drogas durante las relaciones sexuales), y la soledad, sobre todo entre hombres GBHSH.
En cuanto a la atención sanitaria, García Iglesias señala que, aunque el sistema biomédico ha sido eficaz para mejorar la supervivencia de las personas con VIH, sigue sin abordar de forma integral las dimensiones emocionales, psicológicas y sociales de la salud sexual. La atención se encuentra fragmentada y descoordinada, lo que limita la calidad de los cuidados ofrecidos. A esto se suma la falta de formación adecuada para que los profesionales sanitarios puedan integrar estos aspectos más allá del enfoque biomédico tradicional.
En el ámbito político, el informe detecta una creciente falta de interés en el VIH en la agenda pública. Aunque las organizaciones comunitarias juegan un papel importante en la atención a las personas con VIH, muchas de ellas están sobrecargadas y carecen de recursos suficientes para llevar a cabo su labor.
Finalmente, el documento señala una crisis sociocultural que afecta a la salud sexual en general. Entre los problemas detectados se encuentra la falta de espacios adecuados para el diálogo sobre la sexualidad y la necesidad urgente de una educación sexual integral que aborde temas como el placer, el consentimiento y una visión positiva de la sexualidad.