Por Luis del Val
12 de septiembre de 2024Los ciudadanos somos libres de viajar a donde nos plazca. Y a nadie se le pueden preguntar los motivos, ni los objetivos. Hay quien viaja, simplemente, por cambiar de decorado, por conocer otras culturas, por ver personalmente el cuadro que tantas veces hemos visto reproducido, o para descansar en un lugar idílico, sin tener que hacer nada por las mañanas, y pasarlo a limpio por las tardes… Pero hay una modalidad turística, que cada vez se extiende más: el turismo sanitario. No me refiero a la mujer marroquí, que llega a Ceuta y Melilla, porque espera mejor atención para el parto que en Marruecos, o la llegada, como turistas, desde el continente hispano, de enfermos auténticos que no encuentran atención en sus propios países. Eso más bien entra en el terreno de la picaresca y la necesidad, aunque financieramente empieza a ser un problema que reclama atención. Me refiero a viajar por motivos relacionados con el ámbito médico-estético.
De repente, se pone de moda viajar a un país, porque aplican un tratamiento sobre la calvicie, que va a terminar con los calvos del mundo. O, sin saber cómo, hay un lugar donde disponen de unas dietas, que entras como el gordo del barrio -aunque tu barrio sea Manhattan- y sales como una estatua de Giacometti. O, a hora y media de avión, hay una clínica, donde algo tan difícil y complicado como la cirugía estética, lo hacen rápido y barato. (Lo de rápido y barato lo asocio con algunas clínicas dentales en España, que han acabado en groseras estafas).
A mí me asombra la confianza profunda, cuando el protagonista de la experiencia no es un objeto, como tu automóvil, sino algo mucho más caro -y que requiere mayores cuidados- como es tu propio cuerpo.
Tengo muchos amigos médicos. Y los aprecio. Y su afecto lo noto en el especial cuidado que ponen en los tratamientos que me aplican. Y, aún así, pregunto, no por desconfianza, sino porque su posible error correría de mi cuenta.
Este turismo médico-estético, basado en que alguien, que conoce a alguien, parece que le fue bien, me llena de asombro. Y no me extraña que, desgraciadamente, ese turismo sea noticia, a veces, pero en la página de sucesos.
Artículo distribuido por Europa Press a la prensa española