Por Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes
21 de marzo de 2025Da pudor lo vivido ayer en el Congreso de los Diputados, ¿cómo vamos abordar los retos de nuestro sistema sanitario y la salud de la ciudadanía, cuando el “debate” político olvida a los más vulnerables?
La jornada vivida ayer en el Congreso de los Diputados deja un sabor amargo, no solo por el resultado -la no aprobación de la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública- sino por lo que simboliza: una nueva muestra de que la ciudadanía, especialmente los pacientes, seguimos siendo los grandes olvidados del sistema.
¿Dónde queda la participación efectiva?¿Dónde está la conciencia de servicio público?
La respuesta, lamentablemente, parece evidente: se diluye entre estrategias partidistas, cálculos políticos y una falta alarmante de visión de país.
La Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) llevaba tiempo esperando esta Agencia como un paso firme hacia la transformación real del Sistema Nacional de Salud (SNS). Porque no se trata de una cuestión técnica, ni burocrática: se trata de cuidados, de protección, de anticipación ante futuras crisis sanitarias, y de poner en el centro a las personas, especialmente a quienes más lo necesitan.
Durante la pandemia aprendimos -a base de dolor, pérdida y fragilidad- que un sistema sanitario fuerte necesita planificación, estructuras ágiles y, sobre todo, escucha activa. Se produjeron informes, se recogieron datos, se identificaron errores. Todo ello debería haberse traducido en acción política responsable. Pero ayer vimos justo lo contrario: una oportunidad histórica desperdiciada.
El mensaje que nos llega desde el Parlamento es demoledor: los ciudadanos no somos una prioridad. La participación, tan enarbolada en los discursos, se queda en un eslogan vacío cuando se trata de decisiones concretas. El sistema se hace más “transparente”, sí, pero no en el sentido de la claridad, sino en el de la invisibilidad: nuestra voz no se ve, no se oye, no se siente.
La colaboración de las organizaciones de pacientes no es un capricho ni una moda. Es una necesidad. Somos actores clave para construir un sistema sanitario más humano, más justo, más eficaz. Pero para que eso ocurra, necesitamos una estructura que lo permita, que lo garantice, y que esté libre de los vaivenes partidistas.
El bochorno de la votación de ayer debería hacernos reflexionar a todos: responsables políticos, profesionales, entidades de pacientes y ciudadanos. No podemos permitir que la salud pública siga siendo rehén de la polarización. La salud no puede esperar, y los pacientes tampoco.
Es momento de recuperar la conciencia de servicio, de colocar los valores en el centro, y de recordar — con hechos, no con palabras — que el sistema sanitario existe para protegernos a todos, pero especialmente a los más vulnerables.