El sexo programado

No quería creérmelo, pero aumenta el número de parejas que tienen agendado el sexo, como la compra semanal, el gimnasio o la hora de pasear al perro. Por ejemplo, “21,00 cena; 22,15 sacar al perro, 23,00, encuentro sexual. Conviene ir ordenado, porque si alteras la agenda, puedes pasear al perro demasiado temprano, tener sexo a 22,15 en punto, y cenar a las tantas.

No podía creérmelo, pero no es una ocurrencia de un guionista de cine, o de serie nocturna, sino algo que incluso recomiendan los terapeutas, porque dicen que reduce “el estrés del deseo”.

Fíjate, yo creía que el deseo venía a ser como el hambre, que tienes hambre o no, y comes con entusiasmo o, simplemente, sin mucho apetito, por no frustrar a tu pareja, pero dicen que eso se arregla poniendo día y hora, como si fueras al notario. O a la notaria, que cada vez hay más.

No soy terapeuta, ni psicóloga, ni psiquiatra, pero tengo sexo, como tengo nariz y culo, igual que todo el mundo, y me niego a que un encuentro íntimo se tenga que programar como la reunión de vecinos de la comunidad. Y, a lo mejor, puede que a uno de los miembros de la pareja le quite el estrés del deseo, pero a lo peor, al otro, yo, por ejemplo, tener que hacer sexo como tener que ir a una comida a fecha y horario fijo, le produzca la misma ilusión que ir a ponerte una inyección recetada por el médico.

Pero no me hagan caso. También pensé que las zapatillas deportivas iban a ser una moda pasajera. Es probable que, cualquier día, estés con una amiga tan a gusto, hablando y, de repente, mire la agenda del móvil y se despida, apresurada, porque llega tarde al polvo programado para ese jueves.

O puede que ya esté sucediendo.

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