Por Peter BABEL
25 de septiembre de 2024Suiza está perdiendo incentivos para suicidarse allí. Mira que siempre fue un país ideal para esquiar o para despedirse de este mundo, pero parece que han dejado de ser progresistas, y se persigue a los cómplices y a quienes han ayudado al suicidio de una señora, que decidió apearse en marcha de esta vida por una enfermedad de inmunodeficiencia.
El método elegido fue una especie de sarcófago, llamado cápsula Sarco para clientes, amigos y vendedores. Se trata de un habitáculo, que viene a ser como una especie de ataúd, pero al que te metes estando vivo, no como los normales a los que te introducen una vez que ya has dejado de respirar.
Sarco dispone de un botón, que activa el suicida desde dentro, y que provoca una salida de nitrógeno que te adormece y te mata en unos pocos minutos. Una vez cumplido el requisito, se saca el cuerpo, se desmonta el Sarco, y ya se puede trasladar a otro lugar para un nuevo cliente. Pero ese lugar no podrá ser Suiza.
Como estamos en una sociedad muy sofisticada, a lo mejor los ricos quieren un Sarco exclusivo para ellos solos, que ya se sabe que, a algunos suicidas, les puede dar aprensión suicidarse dentro de un habitáculo donde ya lo ha hecho otros. No sé. Esto de la eutanasia me divide el cerebro y el corazón. Y me desconcierta vivir en un mundo donde la gente protesta por las guerras, debido a que producen muchos muertos y heridos y, en los lugares en que hay paz, se dan cada vez más facilidades para el suicidio. Bueno, menos en Suiza.