Por Juan Abarca, presidente de IDIS
2 de junio de 2025Según las estadísticas del Banco de España en las que repasa el estado de la economía española, lo más preocupante es el incremento porcentual de la gente que se encuentra en situación de baja laboral. Nada más y nada menos que un 4,5% de la población activa frente a un porcentaje que antes de la pandemia no superaba el 2,5% de los trabajadores. Más de 1,6 millones de trabajadores.
Este dato, a pesar de que los datos del empleo muestran el “dinamismo y la buena salud del mercado de trabajo español”, según dicen desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, no deja de ser un lastre terrible para una economía que le supone al Estado un coste superior a los 15.000 millones de euros -el 1% del PIB- e incrementos en los costes a las empresas y problemas logísticos de cara a encontrar a personal cualificado para las sustituciones muy significativos.
Estos datos, más allá de la picaresca -que según algunas opiniones se calcula en el 20%- tiene que ver con diversas circunstancias, algunas de las cuales son difícilmente evitables, como por ejemplo el hecho de que se haya incrementado un 175% las bajas relacionadas con la salud mental. Pero existen otras que sí se podrían salvar aprovechando todos los recursos sanitarios del sistema porque las listas de espera y las dificultades para acceder al SNS, que es quien controla y gestiona las bajas, hacen que los retrasos en la incorporación de los trabajadores sean eternos.
Y hay que recordar, que allá por el siglo XIX en Alemania, cuando el Estado por primera empezó a hacerse cargo de la Salud de la población el propósito primigenio, era precisamente ese, el mantener la fuerza laboral de la población en activo.
En septiembre de 2024 el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones firmó un acuerdo con las mutuas laborales a fin de que colaboraran en la gestión clínica de las bajas que tuvieran como origen una patología traumatológica, con la supervisión del SNS y el consentimiento del trabajador, a fin de ayudar a agilizar la incorporación de éste al mercado laboral.
Pero esto, dada las dificultades por la falta de recursos del SNS y las listas de espera, es claramente insuficiente.
Las mutuas laborales deberían tener un papel mucho más activo en el control y también en la gestión del alta de las patologías por los cuales los pacientes se dan de baja laboral. Aunque fuera también con el consentimiento del trabajador. Sin duda, aliviaría la carga de un sistema sanitario público colapsado y facilitaría la incorporación mucho más rápida de los trabajadores a sus puestos de trabajo.
Luego hay que oír a los sindicatos decir que están preocupados por los incrementos de las bajas o a algunos políticos que todo es porque vivimos muy estresados y lo que hay que hacer es trabajar menos. Así seguro que no vamos a ninguna parte.