Por Peter BABEL
12 de noviembre de 2024Si el ministro del Interior fuera médico, después de que 31 policías resultaran heridos, en la manifestación de Valencia, no insistiría en prohibir que los policías que acuden a las manifestaciones disparen pelotas de goma. Porque en otra manifestación, en Madrid, la que se produjo frente a la sede del PSOE, sí dispararon pelotas de gomas, y no resultó herido ningún policía.
Naturalmente, no voy a caer en la villanía de suponer que el ministro de Interior es un bellaco, que ordena proteger personas y edificios, según los atacados sea de derechas o de izquierdas, ni muchísimo menos. Estaríamos, en ese supuesto, ante un sinvergüenza partidista, quien, no ya solo no distinguiría entre ciudadanos de primera los que son de izquierdas como él y ciudadanos de derechas el resto de los españoles sino, que es difícil de creer semejante monstruosidad.
Pero en lo que sí es culpable el ministro de Interior es en descuidar peligrosamente la salud de los policías, e incluso su vida, porque no sería la primera ocasión en la que, en una acción violenta, un policía ha resultado muerto.
La Salud preventiva se aplica, por ejemplo, en todas las empresas, y especialmente en aquellas en las que los trabajadores están expuestos a mayores peligros, pongamos como referencia la construcción. Pues bien, uno de los trabajos más peligrosos es el de los policías que acuden a enfrentarse a los disturbios, y que exponen su salud para proteger a los ciudadanos. Si está probado, que las pelotas de goma evitan que los guardianes de la seguridad sean ingresados en los hospitales, no les dejemos a la intemperie.
Está claro que el ministro de Interior no es médico, y un médico les protegería. Pero que no sea médico no le libra de que pensemos -si insiste en desproteger a los agentes del orden- de pensar si es tonto o malvado.