
Por Peter BABEL
5 de diciembre de 2025El otro día anduve por un ambulatorio, porque mi problema no lo podía arreglar en una ferretería o en una discoteca, y el único que llevaba mascarilla era yo. Ni los médicos, ni los enfermeros, ni los auxiliares, ni -mucho menos- los sanos discontinuos, que diría Yolanda, esa mujer tan flemática e inteligente.
Me acordé de aquellos tiempos en los que el médico, con su cigarrillo depositado en el cenicero de su consulta, te aconsejaba que dejaras de fumar.
La gripe sigue aumentando el número de sanos discontinuos que están enfermos, y en algunas provincias hay porcentajes alarmantes, pero el uso de la mascarilla parecen que no despierta grandes entusiasmos.
Sí, somos españoles y, antes de la pandemia, nos daba mucha risa ver a los japoneses con mascarillas para protegerse de la contaminación de nuestras grandes ciudades, pero aunque según doña Yolanda estar griposo es cosa de sanos discontinuos, mejor prevenir que curar, aunque no sea nada progresista y resulta bastante tradicional.