Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable
5 de diciembre de 2023Echemos la vista atrás y vayámonos por un momento a la antigua Grecia. En el ágora de Atenas se enfrentan Gorgias, un sofista de verbo ágil y lengua mordaz que enseña a sus conciudadanos el arte de la oratoria, frente a Sócrates, el filósofo que defendía la mayéutica como método de adquisición del conocimiento.
Han pasado más de veinticinco siglos y en la arena del conocimiento se encuentran actualmente dos púgiles: el ChatGPT y nuestra capacidad de crítica y sorpresa. Entre las múltiples funciones del ChatGPT está redactar e-mails, guiones para redes sociales, modificar el tono de un texto, mejorar la redacción de los contenidos e, incluso, escribir poemas. En el otro rincón, malherido y en baja forma, está nuestro cerebro, con su corteza prefrontal, el área encargada del razonamiento y la planificación; el hipocampo, la zona en la que almacenamos nuestros recuerdos y la nueva información; y la amígdala, una región que juega un papel crucial en el interés, la sorpresa y la excitación.
¿Qué diría Platón de la inteligencia artificial? Recordemos que, ya en su momento, no tuvo pelos en la lengua para manifestar su fobia hacia la escritura: “No producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria”. Si resucitase y se enterase de que ahora no es la escritura sino la inteligencia artificial la que inunda todo, seguramente se moriría del espanto, ya que sería de la opinión que ha asesinado a nuestra capacidad de memorizar datos.
Muy posiblemente cuando Homero escribió la “Ilíada” en hexámetros dactílicos, una estructura rítmica y repetitiva, pensó en su memorización y recitado. Un sistema de aprendizaje –la memorización- que está viviendo sus peores horas, a pesar de que la mayoría de los expertos defienden que grabar en la memoria contenidos aumenta los conocimientos y destrezas, desarrolla las capacidades del intelecto y ayuda a aplicar lo aprendido.
De lo que no hay duda es de que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse y se ha convertido en una herramienta que nos hace la vida mucho más sencilla, ya que con ella es posible, entre otras muchas cosas, automatizar tareas repetitivas y facilitar el acceso a la información. Aprovechémonos de sus bondades y utilicémosla con sentido común. A pesar de que, como decía Ortega y Gasset, muchas veces el sentido común es el menos común de los sentidos.