Por Clara Bravo
17 de septiembre de 2024Por las páginas digitales de este medio se ha publicado que diversas transformaciones se producen en el cerebro durante el embarazo. Hasta ahora, las transformaciones en las que nos fijábamos eran las evidentes, por ejemplo, el abultamiento lógico del vientre, a medida que crece el feto, y algunas necesidades alimenticias, que el machismo de la sociedad calificaba de “caprichos de embarazada”, cuando no son sino manifestaciones de carencias alimentarias, de la misma manera que cualquier persona siente sed, o necesidad de azúcar, o rechazo a grasas, o salivamiento ancestral ante la visión de frutas y verduras. No son caprichos, sino manifestaciones de los que algunos médicos denominan “hambre selectiva”, y que tiene un origen lógico, tan lógico como que una persona a punto de ahogarse no siente sed.
Los profesionales de la Medicina saben de otras transformaciones, como los efectos sobre la visión o el peligro de tener más números en la peligrosa lotería de la diabetes.
Se intuía, pero no se habían estudiado con rigor científico las transformaciones en el cerebro, un órgano que cambia notablemente, por ejemplo, durante el desarrollo y paso de la infancia a la pubertad y a la adolescencia.
Por lo que sabemos, estas transformaciones son circunstanciales y beneficiosas frente a las responsabilidades de la maternidad. Vamos, algo así como los cambios hormonales con los que las mujeres convivimos.
Si estar embarazada, en esta sociedad en la que cada vez nacen menos niños, ya supone casi una rareza, sólo faltaba que la interpretación de los estudios recientes, sobre las transformaciones del cerebro, le hagan interpretar a alguno que estamos locas.