Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable
7 de diciembre de 2023Asociamos las agujas y las inyecciones con la medicina. Parece que llevan ahí toda la vida, sin embargo, la primera “aguja hueca” de la historia no lleva con nosotros ni siquiera doscientos años. Fue en 1844 cuando el irlandés Francis Rynd (1811-1861) la patentó, aunque sería otro médico –el francés Charles Gabriel Pravaz- el que popularizó su uso.
Quizás, solo quizás, la era de las inyecciones tiene sus días contados. Al menos en esto trabaja un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Con la ayuda de la biotecnología han diseñado dispositivos de silicona que permiten administrar moléculas a través de la piel con la ayuda de ultrasonidos.
En lugar de recurrir a la consabida inyección, los pacientes tendrán que aplicarse un parche de silicona con el fármaco, en el cual, además, hay transductores piezoeléctricos en forma de disco incrustados. Estos dispositivos generan burbujas que, a su vez, forman microchorros que facilitan el paso del fármaco a través de la capa más externa de la piel.
De esta forma, los ultrasonidos podrían ser la solución a miles de personas que sufren tripanofobia, esto es, miedo a las agujas. En algunas de ellas la aprensión es tan aterradora que rechazan vacunarse contra la gripe o la COVID.
Y es que el objetivo de la medicina, además de encontrar tratamientos cada vez más efectivos para combatir enfermedades, es diseñar terapias que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los pacientes, evitando los efectos secundarios. Tanto la fobia a las inyecciones como el dolor provocado por la misma son efectos adversos que hay que enviar al rincón del olvido.
