Te divorcias, y tu mujer te hace padre con tu embrión

Suele comentar el humorista Pedro Ruiz, que les tiene dicho a sus espermatozoides que no vuelvan convertidos en un niño o una niña de quince años, porque no les va a abrir la puerta. El humor suele ser una hipérbole que nos ayuda, con la exageración, a comprender la realidad, pero la realidad, en ocasiones, no es tan sencilla de entender.

Muchas parejas, por diferentes motivos, guardan embriones, formados por el espermatozoide del marido y el ovocito de la esposa, en previsión de accidentes futuros. Puede ocurrir que el marido fallezca y la esposa quiera gestar el embrión, o bien que la persona fallecida sea la esposa, y el marido acuda a un vientre de alquiler para que geste el embrión. Todas estas cuestiones a mis abuelos supongo que les hubieran supuesto mareos, perplejidades, asombro e incomprensión, pero la Ciencia avanza y, detrás de ella, con la lengua fuera, va la Ética y el Derecho.

El lío tiene su origen en Italia, donde una pareja se divorció y, tras el rompimiento, la mujer empleó un embrión -formado anteriormente, cuando eran una pareja feliz- para tener un hijo, de cuya paternidad pretendió que se responsabilizara su ex-marido. 

Usted se preguntará en qué ha quedado el lío, y el lío lo ha tomado el Tribunal Supremo de Italia, y lo ha resuelto con una sentencia polémica, en la que reconoce el derecho de la mujer para utilizar los embriones, y la obligación del ex-marido a reconocer su paternidad. O sea, no te quiero a ti, márchate, rompamos la pareja, llévate el rosario de tu madre y todo lo demás, pero los embriones son míos, y te puedo hacer padre de una familia numerosa a la que tendrás que mantener, aunque seas un divorciado soltero.   

El ponente del Tribunal, como argumento de peso, alude a que hay que reconocer la naturaleza humana del embrión. Vale tío, reconozcamos la naturaleza humana del embrión, pero resulta algo asombroso que, en la Unión Europea, por un lado, reconozcamos la naturaleza humana del embrión y, por otro, al feto que lleva doce meses gestándose, que ya le late el corazón, no le reconozcamos ningún derecho, y lo tiremos con la misma indiferencia que si fuera un huevo de gallina a medio empollar. 

Como esto siga así, llegaremos a humanizar, no sólo el embrión, sino el espermatozoide, lo que puede abrir la puerta para que un adolescente sea detenido por homicidio, tras practicar la masturbación. 

De momento, piénseselo bien si cede su espermatozoide para formar un embrión, porque, si se divorcia, su ex-pareja le puede hacer padre las veces que quiera pasarse los embriones por el lugar adecuado.  

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