Por Clara Bravo
19 de septiembre de 2025Casi el 80% de las madres europeas se sienten sobrecargadas de obligaciones y trabajo, y más de la mitad confiesan síntomas de algún trastorno mental.
No me extraña la bajada de nacimientos, pero si lo de ser madre es tan peligroso, y la solución consiste en evitar la maternidad, me parece tan eficaz como acabar con los accidentes de tráfico prohibiendo la circulación de los automóviles. Solución segura, pero seguro que creamos otro problema.
En muy pocos años hemos pasado de una sociedad tradicional, donde los roles -por muy injustos que fueran- estaban definidos, a otra sociedad donde la adaptación no ha terminado de conformarse. Ser madre no significa que no se pueda ser directora de orquesta sinfónica, o CEO de una cadena de hoteles, pero es difícil que sus responsabilidades le dejen tiempo para llevar a cabo el rol tradicional de compra, cocina, limpieza de hogar y cuidado de los niños. Las chicas somos capaces de hacer varias cosas a la vez, y muchísimas a lo largo del día, pero un chico que vende automóviles y es padre, no lleva al niño al colegio, hace la compra, prepara un cocido y, por la noche, intenta parecer un galán de cine para agradar y seducir a su esposa, que viene cansada de organizar la campaña de promoción de unas viviendas, cuya exclusiva ha conseguido para la inmobiliaria que dirige.
Dicho sin miramientos sociológicos: o los chicos aprenden a hacer las camas y a saber cuando hay que llevar al niño al pediatra, y lo lleva, o lo de la inclusión y la igualdad es una mentira de escaparate, que oculta una estafa a las mujeres.
Y no se trata de volver a roles tradicionales, sino a roles compartidos. Porque dejar de tener un hijo para sustituirlo por un perro tampoco soluciona el problema de fondo.