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Corrupción, complicidad y silencio

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Corrupción, complicidad y silencio

Por Luis del Val

14 de junio de 2023

En la primera decena de junio, el escritor Andrés Trapiello publicaba, en el diario El Mundo, uno de esos relatos que, no sólo no te dejan indiferente, sino que te indignan.

Se trata del relato de una tropelía cometida hace seis años. La doctora Ángeles Franco, reputada radióloga, había estado en la Fundación Jiménez Díaz. No de visita, porque prestó servicio durante 23 años, diez como jefe de servicio y, luego, jefe de área. También daba clases en la universidad a los jóvenes MIR, que querían ser respaldados por la prestigiosa Agencia de Nacional de Evaluación y Acreditación. Y era invitada a importantes congresos internacionales. 

Hace unos ocho años, las circunstancias personales y familiares le indicaron la necesidad de buscar un lugar geográfico de clima templado, en el que pudiera continuar haciendo su trabajo. Y se fue a su tierra, y ocupó el puesto interino de jefe de radiología en el Hospital San Juan de Alicante. Al cabo de año y medio, se convocaron oposiciones para ese puesto, y la doctora se presentó. Dado su currículo y su experiencia en el puesto, parecía que no habría dudas, pero el puesto se lo llevó otro opositor que aportó un mérito incuestionable: llevaba doce años de excedencia. El tribunal entendió que nadie mejor para ocupar el puesto que un profesional que llevaba una docena de años dedicándose a otras tareas. Nada mejor que estar apartado de la Medicina un largo periodo de tiempo para ser el candidato idóneo. 

La doctora Ángeles Franco impugnó al tribunal, basándose en lazos de amistad y familiares entre el designado y los miembros examinadores, amén de la abismal diferencia de méritos, y ha tenido que esperar… ¡seis años! A los seis años, se compuso otro tribunal, en el que coincidían algunos mismos nombres del anterior, y se dio el gusto de decirles que no quería esa plaza, y que no quería formar parte de un sistema que huele, desde lejos, a endogamia y corrupción. (Lo de que huele, desde lejos a endogamia y corrupción no lo dijo la doctora, que es mucho más elegante, sino el autor de este artículo).     

Me puse en contacto con el departamento de comunicación del Hospital San Juan de Alicante, preguntando si, ante esa denuncia -que describía una de esas cacicadas tan groseras como repugnantes- la gerencia, la dirección, los responsables políticos iban a tomar alguna decisión, desde querellarse por calumnias con Trapiello hasta desmentir los hechos. Pero tras dos días de silencio, me comunicaron que no tenían nada que decir. Tampoco me han facilitado los nombres de los componentes del tribunal que cometieron la prevaricación con su decisión peregrina. 

Como en el Hospital San Juan de Alicante la mayoría de sus médicos son honrados y justos, lamento la cobardía de la dirección del Hospital San Juan de Alicante, permitiendo que la sospecha de la cacicada recaiga sobre médicos honestos -repito: la inmensa mayoría- que no son culpables de nada, y ajenos a la tropelía, la inmoralidad y el favoritismo. Ellos deberían ser los más interesados en evitar que les manche una culpa de la que no son responsables. ¡Ah! Y por si faltara poco, dirigentes políticos de la Sanidad valenciana intentaron presionar a la doctora para que no se produjera un escándalo. Espero que los nuevos dirigentes ahonden en este asunto, en el que no es necesario leer a Shakespeare para afirmar que algo huele a podrido, no en Dinamarca, sino en el Hospital San Juan de Alicante.



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