Por Peter BABEL
9 de julio de 2025Sí, las temperaturas, el cambio de estaciones, el calor y el frío, influyen sobre nuestra salud. Y hay días de mucho frío, en invierno, y días de mucho calor, en verano. Recuerdo, de niño, que había algún día del verano en que el termómetro subía hasta los 42 grados. Una barbaridad. Y, un día de invierno, salí a la calle, con mi madre, a comprar, y escuché que estábamos a diez grados bajo cero. Pasé la infancia sin morirme, y la adolescencia, y la juventud, y he llegado hasta la madurez pasando calor en verano y frío en invierno. Con una diferencia: que, ahora, haga calor en verano se ha convertido en una noticia, y en los informativos de televisión dedican varios minutos a hablar con media docena de corresponsales, repartidos por toda España, que informan del calor que hace en verano.
No lo entiendo. Me consta que hay un cambio climático cósmico, como sucede cada un fajo de miles de años, pero también se hablaba de desertización, y esta primavera ha llovido con tanto entusiasmo, que no hay día sin un incendio, porque la vegetación ya se ha secado, y el monte es una estopa.
Nadie niega el cambio climático, pero no hay muchísimo más calor que en otros veranos. Y esta especie de toque general, recordando -a cada momento- que en verano hace calor es una mezcla de infantilismo y alarmismo, que agobia más que la subida del termómetro. Que sube mucho, claro… porque estamos en verano.