Por Juan García
26 de noviembre de 2024El periodo de residencia de los MIR tiene como objetivo que estos adquieran la formación práctica para conseguir el título de especialista. Esto implica que, aunque el objetivo del contrato sea formativo, ejerzan labores clínicas y asistenciales en los centros donde realizan la residencia. El problema viene cuando la falta de profesionales y la sobrecarga de trabajo en muchos centros se traduce en una presión excesiva sobre los residentes, descuidando tanto la calidad de su formación como sus derechos laborales.
Esta es una situación que desde la Asociación MIR España (AME) trataron de poner de manifiesto la semana pasada a través de un informe, el cual apuntaba que hasta un 70% de los residentes aseguraba realizar guardias en hospitales sin la adecuada supervisión. Desde el informe denuncian que los residentes son usados como “mano de obra barata” para suplir las “deficiencias estructurales del sistema sanitario”, como la falta de profesionales, y solicitan que se realicen auditorías de las unidades docentes de los MIR. Esta es una solución en la que está trabajando el Ministerio de Sanidad a través de un programa piloto, para el que ha publicado un listado de 178 aspirantes para realizar estas auditorías, de los cuales saldrán 24 elegidos finalmente.
La vicepresidenta de la Asociación de Médicos Titulados y Superiores de Madrid (Amyts), Sheila Justo, apunta a Medicina Responsable que los datos aportados por el informe “ponen en evidencia lo que todos ya sabemos y llevamos denunciando desde hace tiempo”. A su juicio, hay dos grandes conclusiones que extraer de este informe: que la supervisión de los residentes es insuficiente y que sus derechos laborales se ven vulnerados en muchos casos.
Justo considera que lo que habría que hacer es tratar de “objetivar” esas percepciones mostradas por los residentes a través de la encuesta de AME para velar por la calidad de la formación sanitaria especializada. Por ello, coincide en la necesidad de realizar auditorías como una “urgencia”. Hace diez años que en España no se audita de ninguna forma a las unidades docentes y esta última se realizó a través de cuestionarios anónimos de los propios residentes, algo previsto en el Real Decreto 1146/2006, que regula las condiciones en las que los residentes se forman.
En este sentido, apunta que la auditoría puede ser un mecanismo eficaz para garantizar la la calidad de la formación y pone de ejemplo el modelo que hay en EE.UU. En ese país, estas auditorías las realiza una compañía externa de forma anual en la que, tras la recepción de cuestionarios de los médicos en formación, deciden si corresponde realizar una visita sorpresa al centro donde se compruebe que no se producen abusos.
El anestesista y presidente de la Asociación de Médicos Españoles en EE.UU. (AMEUSA) Carlos Parra, explica que el objetivo de estas auditorías es comprobar que se cumplan unos determinados requisitos en los hospitales, “como darle vacaciones a los residentes, que las condiciones en las que trabajan sean correctas y se respete la cantidad de horas máximas”. La vicepresidenta de Amyts señala que es un sistema “muy temido allí porque puede suponer un tema de desprestigio” para los centros y e incluso retirar la autorización para ejercer como centro docente.
Aunque en España hay vías para denunciar situaciones de mal funcionamiento o escasa supervisión de las unidades docentes a través de la Comisión Nacional de la Especialidad, la doctora señala que en la mayoría de casos no se producen estas denuncias ya que “los residentes están supeditados a la evaluación de sus tutores”. Justo, quien también ejerció como tutora de residentes, defiende a sus compañeros y atribuye a la “sobrecarga asistencial” el descuido que se produce sobre la supervisión de los residentes. “Todos los que decidimos ser tutores es porque nos gusta la formación. Si esos profesionales no estuvieran sobrecargados se dedicarían a la tutorización y a la formación más tiempo”, argumenta.
La vulneración de los derechos laborales de los residentes, apunta Justo, que tiene que ver con los “descansos, número de guardias y exceso de horas”. “Todos estos abusos habría que abordarlos porque es la consecuencia de la presión asistencial y tiene que ver con que los hospitales están infradotados de personal”.
La doctora apunta que los centros que cuentan con residentes en sus plantillas deberían contar con un mayor número de profesionales que los que no, ya que la tutorización implica una doble labor para estos profesionales. Sin embargo, la situación que se aprecia en muchos centros es de todo lo contrario, haciendo que los residentes vean delegada una excesiva presión y responsabilidad en sus turnos.
En última instancia, el riesgo principal lo pagan los pacientes al ser atendidos por un profesional que aún no está lo suficientemente preparado para ejercer con total autonomía. “Por ejemplo, los residentes de primer año (R1) no están autorizados a dar altas y bajas en hospitales, deben tener la presencia física de un adjunto”, señala la doctora. A este respecto, recuerda el caso de una paciente que falleció tras recibir el alta por parte de una residente y señala que la responsabilidad en estos casos también corre a cargo del propio centro y el tutor a cargo del residente.