Por Santiago Melo
25 de septiembre de 2025Investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard han identificado una relación entre la ingesta elevada de alimentos ultraprocesados y una mayor actividad de la esclerosis múltiple (EM) en etapas tempranas de la enfermedad. El hallazgo ha sido presentado en el 41º Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS 2025), celebrado esta semana en Barcelona.
El estudio, liderado por la neuróloga Gloria Dalla Costa, se basó en los datos de 451 pacientes con síndrome clínicamente aislado (SCA), la primera manifestación de la EM. Durante cinco años, los investigadores analizaron biomarcadores plasmáticos asociados al consumo de ultraprocesados, revelando que los pacientes con mayores niveles de estos compuestos presentaban un incremento del 30% en la frecuencia de recaídas, mayor inflamación cerebral y más volumen de lesiones detectadas por resonancia magnética.
Aunque no se observó una asociación directa con la progresión hacia una EM clínicamente definida, los pacientes con mayor consumo de ultraprocesados mostraron puntuaciones más bajas en función neurológica y un mayor daño tisular, lo que sugiere un papel agravante sobre los procesos inflamatorios ya activos en la enfermedad. “Los ultraprocesados actúan como aceleradores crónicos de inflamación”, explicó Gloria Dalla. Aditivos como emulsionantes o conservantes pueden alterar la barrera intestinal y favorecer la entrada de endotoxinas bacterianas en la sangre, lo que activaría respuestas inmunológicas que alcanzan el cerebro. Además, los cambios en los lípidos celulares podrían debilitar la estructura de la mielina, haciendo más vulnerables a las neuronas frente a los ataques autoinmunes.
Los investigadores también detectaron niveles elevados de compuestos como la C4-OH carnitina, indicador de estrés metabólico y menor eficiencia energética celular, lo que limitaría la capacidad del cerebro para regenerarse durante los brotes inflamatorios.
Como medida práctica, los autores del estudio recomiendan reducir el consumo de ultraprocesados como estrategia de apoyo en el tratamiento precoz de la EM, equiparándola a la suplementación con vitamina D o a los programas de cesación tabáquica. “No se trata de sustituir los tratamientos actuales, sino de complementarlos con intervenciones accesibles y de bajo riesgo”, apuntó Gloria Dalla.
El equipo investigador ya trabaja en nuevos estudios que permitan validar estos resultados en otras cohortes de pacientes, integrando análisis del microbioma intestinal y explorando futuros ensayos de intervención dietética.