Por Andrea Martín
13 de febrero de 2025Un equipo de investigadores de la Universidad Murdoch (Australia) ha identificado una nueva herramienta forense que podría revolucionar la forma en que se analizan los casos de agresión sexual. Se trata del “sexoma”, la composición del ADN bacteriano presente en los órganos sexuales, descubierto en 2023.
Este hallazgo permite no solo confirmar que se ha producido una relación sexual, sino también identificar rastros bacterianos transferidos entre parejas, lo que supone una nueva vía para apoyar la identificación de agresores en investigaciones criminales, aunque no haya rastro de esperma.
El estudio cobra especial relevancia en un contexto en el que, solo en 2023, se registraron 36.318 víctimas de agresión sexual en Australia, con un incremento en la tasa de victimización de 126 a 136 por cada 100.000 personas. Contar con nuevas herramientas de investigación es crucial para fortalecer los procesos forenses y judiciales.
El científico forense, Brendan Chapman, destacó que este descubrimiento representa un avance significativo en el "conjunto de herramientas de ADN" utilizadas para identificar a los agresores. "Proponemos que el sexoma se utilice como una herramienta adicional para reforzar la validez de los hallazgos del ADN humano o cuando esta técnica resulte insuficiente", afirmó el investigador.
Uno de los aspectos más destacados del método es que no requiere toma de muestras adicionales ni genera mayor trauma en las víctimas, lo que lo convierte en una opción menos invasiva y más accesible para las investigaciones.
Para la investigación, se reclutaron participantes que mantenían relaciones sexuales heterosexuales. Se tomaron muestras iniciales durante períodos de abstinencia para establecer una referencia del ADN bacteriano presente en los genitales. Posteriormente, se realizaron nuevas tomas en las horas posteriores a la relación sexual, lo que permitió a los investigadores identificar firmas bacterianas transferidas entre parejas.
El próximo objetivo del equipo es evaluar cómo varía el microbioma vaginal a lo largo del tiempo, considerando factores como el ciclo menstrual, que influye en el equilibrio bacteriano. "Es fundamental mapear estos cambios para comprender mejor el comportamiento del microbioma en diferentes condiciones", explicó Chapman. Además, el estudio pretende determinar con precisión cuánto tiempo después de una agresión sexual se pueden obtener muestras útiles, dado que muchas veces las víctimas tardan horas o días en recibir atención médica. "Todo esto es parte del plan de investigación de Ruby y podría extenderse más allá del doctorado", concluyó.
El hallazgo del sexoma representa una esperanza para mejorar la precisión en las investigaciones forenses y ofrecer nuevas herramientas en la lucha contra la violencia sexual.