Por Andrea Martín
10 de noviembre de 2023Un estudio internacional, con casi un millón de personas, confirma una fuerte asociación entre la exposición a la radiación de las tomografías computarizadas en jóvenes y un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de sangre. Esta es la principal conclusión del estudio EPI-CT, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Los resultados, publicados en la revista “Nature Medicine”, ponen de manifiesto la importancia de seguir aplicando estrictas medidas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica.
Los beneficios de la tomografía computarizada (TAC) para la obtención de imágenes en el tratamiento de pacientes son indiscutibles. Sin embargo, el uso generalizado de este procedimiento en las últimas décadas ha causado preocupación en la comunidad médica y científica por los posibles riesgos de cáncer asociados a la exposición a radiaciones ionizantes, sobre todo en pacientes jóvenes. "La exposición asociada a la tomografía computarizada se considera baja (menos de 100 mGy), pero sigue siendo superior a la de otros procedimientos diagnósticos", afirma Elisabeth Cardis, jefa del Grupo de Radiación de ISGlobal y coordinadora del análisis.
En el estudio se analizaron los datos de casi un millón de personas que se habían sometido a, al menos, un TAC antes de los 22 años. El equipo de investigadores calculó, para cada persona, la dosis de radiación absorbida por la médula ósea, que es donde se producen las células sanguíneas. Al vincular esta información a los registros nacionales de cáncer, se pudo identificar quienes desarrollaron un cáncer de la sangre más tarde.
Los resultados del análisis muestran una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea y el riesgo de desarrollar tumores malignos, tanto mieloides como linfoides. Una dosis de 100 mGy incrementa en un 30% el riesgo de desarrollar un cáncer de la sangre. De este modo, una exploración típica hoy en día (con una dosis media de unos 8 mGy) aumenta en un 16% el riesgo de desarrollar este tipo de cánceres. "En términos de riesgo absoluto, esto significa que, por cada 10.000 jóvenes que se someten a un TAC, podemos esperar ver alrededor de uno a dos casos de cáncer en los dos a 12 años siguientes al examen", dice la primera autora Magda Bosch de Basea, investigadora de ISGlobal cuando se hizo el estudio.
En la actualidad, más de un millón de niñas y niños europeos se someten cada año a un TAC. Aunque las dosis de radiación de los TAC han disminuido sustancialmente en los últimos años, los resultados de este estudio subrayan la necesidad de concienciar a la comunidad médica y de seguir aplicando medidas estrictas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica. "El procedimiento debe justificarse y optimizarse para garantizar que las dosis se mantienen lo más bajas posible, al tiempo que se mantiene una buena calidad de imagen para el diagnóstico", explica Cardis.