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Una prueba ecográfica al final del embarazo detecta a bebés de riesgo

Un ensayo internacional ha demostrado que añadir un estudio Doppler en la última ecografía puede reducir ingresos UCI de bebés a término

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Una prueba ecográfica al final del embarazo detecta a bebés de riesgo
@freepik

Por Julia Porras

15 de enero de 2024

Determinar el flujo de los vasos del cerebro del feto y de la placenta mediante Doppler en la ecografía de rutina del tercer trimestre permite detectar a bebés en riesgo de presentar complicaciones posparto que requieran ingreso en la UCI. Inducir el parto al término de la gestación en esos casos de riesgo podría reducir a la mitad la tasa de ingreso en la UCI neonatal. Así lo demuestra un estudio internacional multicéntrico denominado RATIO37 y publicado en la revista The Lancet.

El estudio, que se ha llevado a cabo en seis países y en el que han participado varios centros internacionales, ha sido concebido y dirigido por Francesc Figueras, jefe del servicio de Medicina Fetal del Hospital Clínic de Barcelona (IDIBAPS); y Eduard Gratacós, director de BCNatal (del Hospital Clínic y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, IDIBAPS e IRSJD). La primera firmante del estudio es Marta Rial Crestelo, del grupo de Medicina Fetal y Perinatal (IDIBAPS y CIBERER).

Antecedentes del estudio

Menos de un 1% de los bebés en gestaciones de bajo riesgo presentan en las últimas 2-3 semanas de embarazo o al nacer alguna complicación que requiere su ingreso en la UCI. Las complicaciones graves en bebés en embarazos normales son muy raras, pero cuando suceden son muy traumáticas para las familias.

Una causa muy frecuente dentro de ese 1% es que la placenta ya no funcione tan bien al final del embarazo. Esta situación se conoce como insuficiencia placentaria y puede derivar en problemas de falta de oxígeno en el bebé cuando aparecen contracciones del útero al final del embarazo y durante el parto. Detectar los casos de riesgo de insuficiencia placentaria es clave porque se puede valorar acabar el embarazo al llegar al término de la gestación (37 semanas) y reducir mucho las complicaciones graves o incluso evitarlas.

La detección de este riesgo se ha basado hasta ahora en efectuar una ecografía al final del tercer trimestre para identificar a los bebés con bajo peso, no obstante, este método no permite detectar la totalidad de los casos de riesgo. Algunos bebés con peso normal también padecen insuficiencia placentaria que,, al haber aparecido tarde, no ha llegado a producir un crecimiento fetal reducido.

Una prueba con ecografía Doppler que mide la circulación de la sangre por el cordón umbilical y el cerebro, denominada ratio cerebro-placentario (o RCP), puede detectar la insuficiencia placentaria. Hasta ahora, esta prueba solo se realizaba en embarazos con problemas, en casos muy indicados.

El estudio

El estudio RATIO37 ha contado con el apoyo de la Fundación ”la Caixa”, la Fundación CEREBRA y los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu de Barcelona, y ha tenido por objetivo evaluar precisamente esa cuestión: ¿podríamos mejorar la identificación de los bebés en riesgo y reducir las complicaciones neonatales graves midiendo el RCP en todos los embarazos?

El equipo de investigación liderado por los doctores Francesc Figueras y Eduard Gratacós se planteó la posibilidad de extender el estudio del funcionamiento placentario con RCP a la ecografía de tercer trimestre de todos los fetos, con independencia de cuál fuera el peso fetal estimado. “Pensamos que estudiar la función placentaria solo en fetos de bajo peso limitaba la detección de la insuficiencia placentaria y que extendiendo ese estudio a toda la población podríamos mejorar la detección de aquellos bebés en riesgo de requerir ingreso en UCI y prevenirlo mediante la inducción del parto al término de la gestación”, explica el doctor Figueras.

En el estudio han participado durante seis años más de 11.500 mujeres con embarazos de bajo riesgo. En la ecografía de las 36 semanas se midió el RCP en todas las mujeres, pero las participantes fueron divididas al azar en dos grupos. En unas, la prueba se utilizaba para cambiar el manejo de la gestación y, en caso de salir alterada, se proponía a la mujer una inducción precoz del parto al llegar al término. En las otras, el resultado de la prueba no se comunicaba y se manejaba el embarazo según los protocolos vigentes. El estudio comparó los números de casos de muerte del bebé y de complicaciones neonatales graves (que incluían, entre otros, problemas neurológicos, intestinales, cardíacos, renales o respiratorios, con una estancia en la UCI de 10 días o más) que se producían en cada grupo.

Los resultados demostraron que hubo complicaciones neonatales graves en un 0,38 % de los embarazos en los que se había utilizado el RCP y en un 0,73 % de aquellos en los que no se utilizó. Ha sido necesario un estudio tan grande como este para poder demostrar una diferencia que, en apariencia, es pequeña, pero que representa reducir 3,5 casos de complicaciones graves por cada 1.000 embarazos clasificados como de «bajo riesgo». Si estas cifras se extrapolan al total de partos en España en 2022 (330.000), se podrían evitar 1.150 complicaciones neonatales graves.



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