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Una nueva investigación con gusanos abre una nueva vía para la regeneración de tejidos dañados

Un equipo de investigadores de Estados Unidos ha descubierto que las células madre de estos invertebrados no actúan sólo en sus nichos, sino en todo el organismo. Algo que podría convertir al cuerpo humano en un ecosistema de regeneración y reparación permanente

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Una nueva investigación con gusanos abre una nueva vía para la regeneración de tejidos dañados
Dugesia, especie de planaria.

Por Virginia Delgado

27 de octubre de 2025

Se denomina “nicho de células madre” al microambiente en el que viven estas células y donde se renuevan y se dividen. Hasta ahora se pensaba que su regeneración se debía a las señales que recibían de las unidades más cercanas, pero un estudio publicado en la revista Cell Reports ha cuestionado esta creencia.

Un equipo de investigadores de Estados Unidos ha comprobado que las células madre de los gusanos planos (planarias) no actúan así, sino que responden a señales provenientes de zonas más lejanas del cuerpo. Por lo que, a la hora de comunicarse y regenerar tejidos, no siguen las reglas convencionales. Un hallazgo que podría abrir nuevas vías en la medicina reparadora y regenerativa humana, así como seguir investigando en cómo se regulan las células madre en organismos vivos.

Con ello, la idea del nicho fijo, esto es, la dependencia de las células madre, deja paso a que podrían tener un comportamiento autónomo y, por tanto, no estar confinadas a microambientes concretos, sino a estar distribuidas por todo el cuerpo. En caso de los humanos, podría ser que el cuerpo entero se convirtiese en un ecosistema de regeneración y reparación permanente de tejidos dañados. Algo que llevaría a la curación de los órganos, evitando su reemplazo.

El equipo de investigadores logró descubrir esta función de las planarias empleando la tecnología de transcriptómica espacial; una técnica que permite mapear la expresión génica dentro de un tejido manteniendo su contexto espacial. De este modo, explican que identificaron los hecatonoblastos, que son grandes células con múltiples extensiones, y comprobaron que, aunque se encontraban junto a las células madre, no controlaban su comportamiento como sucede en los nichos. Por el contrario, fueron las células intestinales, que se encontraban más alejadas, las que enviaban las señales para la regeneración y reparación.

“Es una especie de red de comunicación local y global. Las interacciones cercanas influyen en reacciones inmediatas, pero las señales lejanas determinan las respuestas ante cambios más grandes en el organismo”, ha explicado Blair Benham-Pyle, coautora del estudio y profesora asistente en el Baylor College of Medicine, escuela de medicina y centro para la investigación biomédica y la atención clínica, ubicado en Texas (Estados Unidos).



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