Por Andrea Rivero
10 de octubre de 2023La victoria de España en el mundial de fútbol femenino no se ha quedado solo en haber alcanzado la gloria deportiva, sino que generó el movimiento #SeAcabó debido al revuelo que se formó por el beso que el entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, le dio a la centrocampista Jennifer Hermoso. Inspirándose en este movimiento, un colectivo de investigadores, incluido Women in Global Health Spain, invitó a mujeres del ámbito sanitario y académico en España a compartir experiencias similares. Entre los datos recabados destaca que, el 73,6% de las mujeres reportaron haberse sentido acosadas sexualmente y el 28,7% dijeron haberse sentido abusadas sexualmente.
En tan solo dos semanas, entre el 29 de agosto y el 11 de septiembre de 2023, las investigadoras recopilaron 345 historias personales a través de un cuestionario anónimo en línea. Los resultados de las encuestas, publicados en la revista científica The Lancet Regional Health-Europe, han llevado a una conclusión: “a pesar de la legislación, los lugares de trabajo académicos y de atención médica todavía albergan entornos sexistas generalizados con una protección legal ineficaz para las víctimas”.
De las 345 historias recopiladas, 156 (45,2%) informaron que el poder y el abuso sexual son tolerados hasta tal punto que se normalizan. En este sentido, destacan los casos de abuso de autoridad. El 40,3% de todas las experiencias compartidas son de mujeres vulnerables en posiciones precarias que trabajan en el sector de la salud o en la academia: doctoras en formación, enfermeras, estudiantes, asistentes de investigación y tuteladas en diferentes facultades y lugares de trabajo, que explican cómo son acosadas sexualmente por sus abusadores: gerentes, directores, jefes de departamento, profesores de alto nivel, profesores, tutores y, sobre todo, hombres mayores con poder “en estas rígidas estructuras jerárquicas”, indican en el estudio.
Los tipos de acoso sexual experimentados por las participantes adoptan muchas formas: el 53% indica haber sufrido abuso verbal , es decir, comentarios inapropiados, ofensivos y humillantes, y el 44,9% menciona el abuso físico, como tocamientos, manoseos, besos y abrazos inapropiados y no deseados. Por otro lado, en el 6,4% de los casos se han producido insinuaciones sexuales no deseadas y solicitudes de favores sexuales, incluido el acoso quid pro quo, es decir, “una cosa por otra”. El 3,8% de las participantes indican haber recibido acoso cibernético y memes sexuales. Además, en el 47,5% de las experiencias compartidas se menciona un ambiente hostil u ofensivo perpetrado por compañeros en el ámbito laboral y académico de la salud.
Las participantes en las encuestas informaron que “dudaban en denunciar incidentes debido a la normalización del comportamiento sexista, la falta de apoyo de colegas, supervisores y autoridades institucionales que los desalientan, así como preocupaciones por no ser tomados en serio y posibles repercusiones profesionales”. En los casos en los que reportaron haber denunciado abusos de poder y sexuales, solo el 6,7% ha habido una importante falta de consecuencias para los perpetradores de estos comportamientos, solo en el 1,4% y, la mayoría, continua en sus posiciones con impunidad.
El 34,5% de las mujeres que sufrieron acoso sufrieron sentimientos de disgusto, miedo, ira, vergüenza, ansiedad, depresión, trauma y problemas de salud mental. En el estudio destacan que “dependiendo del tipo de abuso, otra consecuencia directa de rechazar insinuaciones sexuales es la represalia del perpetrador. Los ejemplos van desde ridiculizar verbalmente, insultar o menospreciar a su víctima en público, hasta mobbing, reprobarla en exámenes y pérdida de oportunidades de investigación o práctica y promoción”.