Por Aurora Molina
18 de julio de 2024Científicos de la Facultad de Medicina Duke-NUS de Singapur han conseguido aumentar, gracias a la inhibición de la proteína inflamatoria interleucina 11 (IL11), la esperanza de vida en ratones en torno a un 25% y mejorar el estado metabólico, la salud y la fragilidad de los animales. La fragilidad en medicina es entendida como el estado clínico asociado a la edad que conlleva una disminución de la reserva fisiológica y de la función en múltiples órganos y sistemas del organismo.
El trabajo, publicado en la revista Nature, ha demostrado que aplicar una terapia anti – IL11 contrarresta los signos del envejecimiento, por lo que su descubrimiento juega un papel importante en el objetivo de la medicina de aumentar la esperanza de vida. Teniendo en cuenta que la proteína IL11 provoca acumulación de grasa y pérdida de masa muscular, dos características claves del envejecimiento, inhibir su función permite reducir activamente estas consecuencias.
"Este proyecto comenzó en 2017 cuando un colaborador nos envió algunas muestras de tejido para otro proyecto. Por curiosidad, realicé algunos experimentos para verificar los niveles de IL11. A partir de las lecturas, pudimos ver claramente que los niveles de IL11 aumentaban con la edad”, explica Anissa Widjaja, coautora del estudio y profesora adjunta del programa de Trastornos Cardiovasculares y Metabólicos de Duke-NUS.
Una vez que se reconoció el papel de esta proteína en el envejecimiento, los investigadores demostraron que al aplicar la terapia anti-IL11 mejoraba el metabolismo, además de percibir una mejora de la función muscular y una mejor salud en general. Más allá de estos cambios, ofrecía protección contra la multimorbilidad por enfermedades cardiometabólicas. Para ello, los investigadores aplicaron inyecciones mensuales del anticuerpo a ratones de casi un año y medio, una edad equivalente a 55 años humanos.
"Nuestro objetivo es que algún día la terapia anti-IL11 se utilice lo más ampliamente posible para que las personas de todo el mundo puedan llevar una vida más sana durante más tiempo”, señala Stuart Cook, autor principal del estudio y profesor de Medicina Cardiovascular de la Fundación Tanoto en el Centro Médico Académico SingHealth Duke-NUS. “Sin embargo, esto no es fácil, ya que las vías de aprobación de los medicamentos para tratar el envejecimiento no están bien definidas y recaudar fondos para realizar ensayos clínicos en este área es muy difícil".
Una de las grandes incógnitas de la ciencia ha sido cómo detener o retrasar lo máximo posible el envejecimiento. Y aunque haya ensayos clínicos que persigan este objetivo, hablar de aplicación en humanos aún no es del todo posible. “El problema de todas estas intervenciones es que no disponemos de pruebas en pacientes. Aunque se están realizando ensayos en Estados Unidos hay obstáculos científicos que superar para utilizar estas intervenciones en pacientes”, explica Ilaria Bellantuono, catedrática de Envejecimiento Musculoesquelético en la Universidad de Sheffield (Reino Unido), en declaraciones a SMC.
El sistema regulador que aprueba el uso de medicamentos, explica la experta, “no reconoce la fragilidad como una condición, por lo que los costes de los medicamentos no pueden ser reembolsados y frena las inversiones de la industria farmacéutica”.