Por Virginia Delgado
7 de febrero de 2025Un equipo de científicos de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) ha encontrado neuronas en los cerebros de ratones que les ordena que dejen de comer. Un descubrimiento que podría conducir a nuevos tratamientos contra la obesidad. “Creemos que es un importante punto de partida para comprender qué significa sentirse lleno, cómo se produce y cómo se aprovecha para terminar una comida”, ha señalado Alexander Nectow, médico científico del Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia, quien dirigió la investigación publicada en la revista Cell.
Las neuronas identificadas se encuentran en el tronco encefálico. Los investigadores han descubierto cómo es su composición molecular, un hallazgo al que no se había llegado, ya que, hasta el momento, los trabajos realizados no habían rastreado esta parte del cerebro. “Estas neuronas son diferentes a cualquier otra involucrada en la regulación de la saciedad, que se limitan a detectar la comida que comemos, informar de cómo se llena el intestino y de los nutrientes. Las que hemos descubierto son especiales porque parecen integrar todos estos datos y muchos más”, ha añadido Nectow.
En el estudio, los científicos diseñaron las células nerviosas para que se pudieran activar y desactivar con luz. Cuando se activaron, los ratones comieron porciones mucho más pequeñas. La intensidad de la activación determinó la rapidez con la que los animales dejaron de comer. “Curiosamente, estas neuronas no solo indican una parada inmediata, sino que ayudan a los ratones a disminuir gradualmente su ingesta de alimentos”, ha explicado Srikanta Chowdhury, científico investigador asociado en el laboratorio de Nectow.
Ambos profesionales también analizaron cómo otros circuitos alimentarios y hormonas afectaban a las neuronas, y descubrieron que estas eran silenciadas por una hormona que aumenta el apetito y activadas por un agonista del GLP-1 (los populares fármacos que tratan la obesidad y la diabetes). Estos experimentos detectaron que estas entradas ayudaban a las neuronas a seguir cada bocado que tomaban los ratones. “Básicamente, estas células nerviosas pueden oler la comida, verla, sentirla en la boca y en el intestino e interpretar todas las hormonas intestinales que se liberan en respuesta a la ingesta”, ha subrayado Nectow.
Su detección en el tronco encefálico, una parte del cerebro que es esencialmente la misma en todos los vertebrados, sugiere que es muy probable que los humanos tengan las mismas neuronas.