Por Andrea Martín
18 de noviembre de 2024Un reciente estudio internacional ha revelado que las personas con un defecto genético que afecta a su capacidad para digerir la sacarosa tienden a consumir menos pasteles, dulces y chocolates, lo que podría ofrecer nuevas estrategias para reducir el consumo de azúcar a nivel general. Publicada en la revista Gastroenterology, la investigación explora cómo las variaciones en el gen de la sacarasa-isomaltasa (SI) influyen en la preferencia y la ingesta de alimentos ricos en azúcar.
El equipo de científicos, liderado por el doctor Peter Aldiss de la Universidad de Nottingham, estudió tanto a ratones como a personas. En ratones, observaron que aquellos sin el gen SI tenían una menor ingesta y preferencia por la sacarosa, que se relacionó con cambios hormonales en la regulación del apetito. Estos hallazgos fueron consistentes en estudios poblacionales en los que se analizaron datos de 6.000 personas en Groenlandia y 134.766 en el Biobanco del Reino Unido.
Los resultados sugieren que las personas con defectos genéticos en la digestión de la sacarosa consumen menos alimentos con alto contenido de este azúcar y muestran una menor inclinación por ellos. En particular, los individuos de Groenlandia que carecían completamente de la enzima SI consumían significativamente menos alimentos dulces, mientras que aquellos en el Reino Unido con una funcionalidad parcial del gen mostraban una preferencia reducida por alimentos azucarados. "El exceso de calorías derivadas del azúcar contribuye a la obesidad y la diabetes tipo 2", explicó el doctor Aldiss. "Comprender cómo los defectos en el gen SI actúan para reducir la ingesta y preferencia de sacarosa podría facilitar el desarrollo de nuevas terapias que ayuden a reducir el consumo de azúcar en toda la población".
Además de sus efectos en la obesidad, este defecto genético también se ha vinculado con el síndrome del intestino irritable, un trastorno funcional que afecta al 10 % de la población. Según Aldiss, "la variación genética en nuestra capacidad para digerir la sacarosa puede influir en la cantidad de sacarosa que consumimos y en cuánto disfrutamos de los alimentos azucarados".
El estudio, que también contó con la participación de expertos del Centro de Investigación Metabólica Básica de la Fundación Novo Nordisk en Copenhague y el profesor Mauro D'Amato de CIC bioGUNE en España, abre la posibilidad de utilizar la genética para reducir selectivamente la ingesta de sacarosa y mejorar la salud digestiva y metabólica en la población.