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Desarrollan una fórmula que podría predecir la esperanza de vida de las personas

Según los investigadores, será útil para estimar la edad biológica de los tejidos del cuerpo, calcular el riesgo de mortalidad o para la conservación de especies en peligro de extinción

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Desarrollan una fórmula que podría predecir la esperanza de vida de las personas
Pexels

Por Andrea Rivero

14 de agosto de 2023

Los humanos llevamos cientos de años buscando la fórmula para retrasar el envejecimiento, para vivir más años y e incluso, algunos, para lograr la inmortalidad.  Pero, como aseguran los expertos, aunque algunas personas consigan una piel digna de una escultura griega, la programación genética tiene límites, nuestro organismo puede fallar y es muy difícil superar los 100 años. En esta carrera por la longevidad, un consorcio internacional de científicos ha creado una fórmula universal que es capaz de estimar la edad biológica de todos los tejidos de los mamíferos, desde un ratón hasta un humano, en lo que es un revolucionario avance en la ciencia del envejecimiento y los tratamientos rejuvenecedores.  

¿Qué sucede cuando envejecemos? ¿Por qué no todas las especies envejecen igual?  ¿Se puede evitar? Todas estas preguntas están detrás del gran proyecto en el que participan cerca de 200 científicos de todo el mundo, dirigidos por Steve Horvath, investigador de la Universidad de California y de la empresa Altos Labs, que lleva una década estudiando el envejecimiento. Su investigación se basa en analizar la metilación del ADN, un proceso que participa en la regulación de la expresión génica, es decir, en los cambios químicos que se producen en el ADN. Estos actúan como interruptores y cambian la expresión de los genes, y su acumulación permite calcular la edad de un individuo con un margen de error de tres años.  

El papel de la metilación del ADN 

A través de este método, analizaron muestras de diferentes especies de animales para averiguar qué parte es compartida y qué parte es particular de cada animal. Estudiaron 15.000 muestras de tejido de 348 especies de mamíferos y compararon los cambios epigenéticos que se habían quedado marcados en zonas del genoma, que compartimos con ratones o perros, y que se han conservado durante millones de años de evolución. Los investigadores observaron diferencias notables entre los animales más longevos, que tienden a ser los más grandes, y aquellos que viven menos y sus procesos biológicos ocurren más rápidamente. Los resultados, publicados en la revista científica Science, revelan que los animales con largos periodos de gestación y desarrollo, como los elefantes y los humanos, tienen zonas del genoma con marcas más prominentes, mientras que, en animales como los ratones, son más planos y menos definidos. Esto se conoce como “relojes de metilación”.  

Además, también identificaron regiones específicas de ADN que sufren metilación a medida que los mamíferos envejecen y muchas de estas zonas abarcan genes importantes para el desarrollo.  

Según ha explicado el investigador Horvath al periódico ABC, “una de nuestras motivaciones al emprender este trabajo es reducir la brecha entre la investigación básica en animales y la clínica, averiguar si lo que funciona en estos modelos funciona también en personas. Ya se han identificado múltiples intervenciones que pueden revertir la edad biológica en ratones. Entre ellas las transfusiones de sangre de animales jóvenes, la restricción calórica o la reprogramación celular”.  

La influencia de factores externos 

Por otra parte, los investigadores saben que existen ciertas elecciones y hábitos de estilo de vida, como seguir una dieta basada en ultraprocesados o fumar, que también influyen en los cambios que sufre el genoma. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Nature Aging, en el que también participó Steve Horvath, ya analizó cómo las situaciones estresantes aceleran el envejecimiento real, pero también que el proceso es reversible con descanso o algunos medicamentos.  

El propio Horvath ha explicado a ABC que, “nuestra comprensión actual sugiere que muchas de estas alteraciones cumplen funciones beneficiosas durante las primeras fases de desarrollo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, estos cambios a veces pueden extender demasiado sus funciones, lo que contribuye a la disfunción de los tejidos y al proceso de envejecimiento”. 

Además, este descubrimiento, también es útil para calcular el riesgo de mortalidad, lo que permitiría conocer el estado de salud de una persona o serviría para la conservación de especies en peligro, subrayan los investigadores.  
 



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