Por Andrea Martín
6 de febrero de 2025Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en colaboración con instituciones internacionales, ha identificado una estrategia innovadora para prevenir la cardiotoxicidad causada por las antraciclinas, un grupo de medicamentos utilizados en el tratamiento del cáncer.
El estudio, publicado en la revista JACC: CardioOncology, revela que la empagliflozina, un fármaco inhibidor de SGLT2, puede mitigar el daño cardíaco asociado a estas terapias. La cardiotoxicidad es un efecto secundario severo que afecta aproximadamente al 5% de los pacientes tratados con antraciclinas, pudiendo derivar en insuficiencia cardíaca crónica. "A pesar de ser una complicación conocida desde hace décadas, hasta ahora no había terapias preventivas específicas debido al limitado conocimiento de los mecanismos implicados", explicó Borja Ibáñez, investigador principal del estudio.
El equipo del CNIC empleó un modelo experimental avanzado que demostró cómo la administración de empagliflozina en dosis de 20 mg diarios preserva la función contráctil del corazón y mejora el metabolismo del músculo cardíaco. Para ello, se utilizaron herramientas diagnósticas avanzadas como la resonancia magnética y la espectroscopia, fundamentales para evaluar la generación de energía en el corazón.
"El uso de tecnologías de vanguardia con aplicaciones clínicas otorga un valor traslacional enorme a este trabajo. En el CNIC apostamos por la mejor tecnología para garantizar resultados que puedan trasladarse rápidamente a los pacientes", destacó Valentín Fuster, director general del CNIC y coautor del estudio.
El mecanismo de protección identificado está relacionado con una mejora en el consumo de cuerpos cetónicos por parte del miocardio, lo que preserva la producción de ATP y la función mitocondrial. Esto permite no solo proteger el corazón, sino también abordar los procesos metabólicos alterados por los tratamientos oncológicos.
Danielle Medina-Hernández, primera firmante del estudio, subrayó que "nuestro trabajo demuestra que la empagliflozina previene alteraciones estructurales como la atrofia celular y el daño al ADN en los cardiomiocitos. Esto refuerza el potencial de los inhibidores de SGLT2 no solo en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, sino también como intervención preventiva en pacientes oncológicos".
Este trabajo representa un avance significativo y abre la puerta a futuros ensayos clínicos en pacientes de alto riesgo.