Por Medicina Responsable
24 de abril de 2025Un nuevo análisis sobre el comportamiento de los bebés a los nueve meses de edad puede ayudar a detectar signos de autismo al alcanzar su primer año de vida, cuando generalmente se diagnostica en niños de entre tres y cinco años.
Así lo han confirmado los investigadores de un estudio realizado en el Centro Thompson para el Autismo y el Neurodesarrollo de la Universidad de Misuri-Columbia (Estados Unidos) y que se ha publicado en la revista Pediatric Research.
La investigación ha consistido en que padres de bebés respondiesen a una encuesta sobre el temperamento y la adaptabilidad de sus hijos, valorando comportamientos como el llanto frecuente, la irritabilidad, la dificultad para calmarse o para adaptarse a nuevos entornos.
A los doce meses completaron un cuestionario de detección de autismo que evaluó las habilidades de comunicación, la sensibilidad sensorial y las conductas restrictivas o repetitivas, y midiendo si los bebés respondían a sus nombres o si se sentían abrumados por ruidos fuertes como el de las aspiradoras. "Lo que encontramos fue que los bebés de nueve meses que se notificaron como más inquietos tuvieron más dificultades para adaptarse, para dormir y más retrasos en el logro de los hitos del desarrollo. Además, fueron más propensos a mostrar signos de autismo temprano a los doce meses", ha afirmado el investigador principal del estudio y profesor de pediatría, Stephen Sheinkopf.
A día de hoy, los científicos continúan recopilando gran cantidad de información sobre los bebés durante su primer año de vida, incluyendo mediciones de vanguardia del llanto infantil, y teniendo en cuenta las descripciones de los padres sobre su desarrollo.
"Los padres a menudo me cuentan las conversaciones que tienen con su médico sobre los patrones de llanto de su bebé o su dificultad para calmarse. Les alegra ver que estamos investigando este tema y les interesa mucho que estas características infantiles también se midan a una edad más temprana", ha manifestado el investigador posdoctoral del Centro Thompson Erin Andres.
Los investigadores creen que este proyecto podría aportar en el futuro información para los algoritmos de aprendizaje automático y de registros médicos electrónicos, lo que ayudará a identificar a los niños con mayor riesgo de autismo, retrasos en el lenguaje u otras diferencias en el desarrollo, y garantizar que reciban el apoyo que necesitan.