Por Santiago Melo
2 de septiembre de 2025Científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, han descubierto un nuevo mecanismo que impulsa el crecimiento del astrocitoma pilocítico, el tipo de tumor cerebral más común en niños. Según el estudio, estas células tumorales se aprovechan del glutamato, un mensajero químico que utilizan las neuronas para comunicarse, para activar señales que favorecen su multiplicación.
El hallazgo, publicado en la revista Neuron, demuestra que los receptores de glutamato, que en condiciones normales se encargan de transmitir señales eléctricas entre las neuronas, son secuestrados por las células tumorales. En lugar de cumplir su función habitual, estos receptores son reprogramados para enviar señales que estimulan el crecimiento del tumor.
El equipo investigador, liderado por el neurólogo David Gutmann, analizó muestras de pacientes pediátricos y observó niveles anormalmente altos de estos receptores en las células tumorales. En modelos animales, comprobaron que bloquear estos receptores con fármacos como la memantina, ya aprobada para tratar enfermedades como el Alzheimer, reducía de forma notable el crecimiento del tumor.
“Con este tipo de tumores cerebrales pediátricos no disponemos de muchas herramientas terapéuticas”, explicó Gutmann. “La posibilidad de reutilizar fármacos ya aprobados para otras patologías nos da una nueva vía para tratar a estos pacientes”.
Los investigadores también demostraron que las células tumorales usan este mecanismo para aprovechar los procesos normales del cerebro y aumentar su número. “Este novedoso mecanismo combina de forma anómala dos funciones básicas del cerebro: la comunicación neuronal y el crecimiento celular”, explicó Corina Anastasaki, coautora del estudio.
Aunque el astrocitoma pilocítico no suele ser mortal, puede afectar gravemente al desarrollo y la calidad de vida de los niños si crece sin control. Los tratamientos actuales se centran en su extirpación, pero el nuevo enfoque apunta a una posible terapia farmacológica que actúe directamente sobre los receptores implicados.
Los próximos pasos del equipo incluyen comprobar si estos fármacos pueden utilizarse de forma segura en pacientes pediátricos y en qué dosis podrían ser eficaces.