El ejercicio después de la quimioterapia reduce el riesgo de muerte en un 37%

Nadie duda de los múltiples beneficios del ejercicio físico, sobre todo para aquellas personas más vulnerables como son los pacientes de cáncer. Sin embargo, por primera vez, un estudio ha cuantificado cómo el deporte puede mejorar significativamente su calidad de vida, e incluso hasta reducir el riesgo de muerte.

Gracias al ensayo Challenge, liderado por el Grupo Canadiense de Ensayos en Cáncer que se ha presentado en el Congreso de la Sociedad Estadounidense de Oncología Médica (ASCO) celebrado en Chicago, se ha demostrado que el ejercicio físico tiene propiedades sanadoras como las de los fármacos, la quimioterapia o las cirugías.

Para ello, sus investigadores han monitorizado durante 17 años a 889 voluntarios con cáncer de colon a los que se les ha asignado un programa de ejercicio estructurado de tres años, además del suministro habitual de cirugía y quimioterapia. Los resultados fueron esclarecedores: la supervivencia global de este grupo fue del 90%, logrando que el riesgo de muerte sea un 37% menor que los que no hicieron deporte.

“Queríamos dejar claro algo importante: los beneficios del ejercicio para sobrevivir al cáncer son tan grandes como los de muchos medicamentos, e incluso mayores en algunos casos. El ejercicio potencia el efecto de la quimioterapia y esto es un avance enorme”, resume Chris Booth, uno de los coordinadores del estudio.

El ejercicio, la nueva medicina

El ensayo comparó a dos grupos de voluntarios con cáncer de colon en estadios II y III (de alto riesgo). Aunque ambos grupos recibieron el tratamiento estándar, la mitad de ellos siguieron un programa de ejercicio que buscaba aumentar la actividad aeróbica recreativa de los pacientes y que se basaba en la realización de entre 45 y 60 minutos de caminata rápida o de 25 a 30 minutos de trote moderado entre tres y cuatro veces por semana. Por su parte, la otra mitad solo recibió materiales educativos.

Tras años de seguimiento, la supervivencia global fue del 90% en el grupo que practicó deporte, siempre supervisado por especialistas, y del 83% en el que solo recibió guías teóricas. Además, el riesgo de muerte fue de un 37% menor entre los que hicieron ejercicio, lo que supone la reducción del número de defunciones en 7 por cada 100 tratados.

En consecuencia, este estudio abre una nueva línea de tratamientos para el cáncer, seguros y con escasos efectos secundarios, aunque será necesario un proceso de aprendizaje para aplicarlo a gran escala. 

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