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Descubren la proteína que explica por qué prometes correr y acabas en el sofá

De la procrastinación a la motivación: el secreto químico que se esconde detrás de nuestros hábitos

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Descubren la proteína que explica por qué prometes correr y acabas en el sofá
Imagen de WOKANDAPIX en Pixabay

Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable

23 de diciembre de 2025

¿Y si nuestro cerebro tuviera un interruptor mágico para encender los buenos hábitos? ¿Y si con un simple clic neuronal pudiéramos dejar de procrastinar, correr cada mañana sin excusas o devorar ensaladas en lugar de bolsas de patatas fritas? Suena a ciencia ficción, pero la neurociencia acaba de descubrir algo parecido: una proteína llamada KCC2 que actúa como el “guardián” de nuestras motivaciones, controlando el cloruro en las neuronas y modulando la secreción de dopamina, la molécula del placer y la recompensa. Este hallazgo no solo explica por qué a veces nos cuesta tanto cambiar, sino que abre la ventana a terapias revolucionarias para las adicciones, la depresión o, incluso, el simple arte de ser más disciplinado.

El guardián de nuestra mente

Durante años los científicos pensaban que los hábitos se forjaban solo con fuerza de voluntad y repetición, sin embargo, ahora sabemos que hay química de por medio, y el protagonista es el cloruro.

Cuando el cloruro entra o sale de las neuronas en el momento justo, activa un "freno" o un "acelerador" en nuestros circuitos de recompensa. La KCC2 es una proteína que bombea el cloruro fuera de las neuronas adultas, manteniendo el equilibrio perfecto.

Habría que pensar en KCC2 como un portero de un club exclusivo: decide quién entra y quién sale. En cerebros jóvenes esta proteína está "desactivada" para permitir que las conexiones neuronales se formen con flexibilidad. Sin embargo, en los adultos la KCC2 se activa plenamente y hace que el cloruro salga, cambiando la polaridad de las señales GABA -el principal freno químico del cerebro-. 

La molécula de los buenos hábitos

Cuando logramos incorporar un buen hábito a nuestra vida nuestro cerebro libera dopamina en el núcleo accumbens -el centro del placer- y crea un bucle: acción buena, más dopamina y ganas de repetir la acción. Pero si KCC2 falla, el cloruro se acumula dentro de las neuronas, el GABA pasa de freno a acelerador -se invierte el efecto- y el resultado es evidente: menos dopamina, más impulsos caóticos y adiós a los hábitos estables. 

Este descubrimiento se ha producido en laboratorios del Instituto Karolinska de Suecia y en el MIT de Estados Unidos, donde investigadores han usado ratones modificados genéticamente para apagar la KCC2 en regiones específicas del cerebro. ¿Qué sucedió? Los roedores ignoraron recompensas predecibles -como comida en un laberinto- y se lanzaron a opciones arriesgadas.

En humanos esto podría explicar por qué personas con adicciones o trastornos como el TDAH luchan tanto: su KCC2 podría estar desregulada, dejando que el cloruro neuronal cree un "ruido" que ahoga la dopamina motivadora.

Vayamos con un ejemplo práctico. Ana es una treintañera que quiere hacer ejercicio, pero siempre acaba tirada en el sofá con el móvil. Cada noche se promete “mañana corro 5 km”. ¿Por qué falla? No es solo por pereza. Si en su cerebro la KCC2 no bombea bien el cloruro, las neuronas del córtex prefrontal –el cerebro ejecutivo de las decisiones– reciben señales GABA hiperactivas. En lugar de calmar impulsos, las excita, haciendo que el "quiero sofá" sea más fuerte que el "quiero zapatillas". La dopamina, que debería premiar el esfuerzo futuro, se diluye en un mar de cloruro descontrolado. El resultado son hábitos buenos apagados y hábitos malos encendidos.

El interruptor se puede reprogramar

Pero no todo son malas noticias, el interruptor se puede "reprogramar". Estudios recientes muestran que algunos fármacos podrían restaurar el equilibrio. Por ejemplo, en ratones adictos a la cocaína, activar KCC2 redujo la búsqueda compulsiva de la droga en un 70%, porque normalizó el cloruro y dejó que la dopamina premiara hábitos naturales como comer o socializar. 

Ahora, apliquémoslo a la vida real. ¿Quieres formar un hábito? No luches solo con la fuerza de voluntad, hackea tu cloruro neuronal. Primero, duerme bien: el sueño profundo activa la KCC2, limpiando el cloruro acumulado durante el día. Algunos estudios de neuroimágenes muestran que tras una noche reparadora las regiones dopaminérgicas responden un 30% más a recompensas pequeñas. En segundo lugar, realiza microhábitos, (dos minutos de meditación) que crean circuitos estables de cloruro que liberan dopamina.

La dieta también juega un papel crucial. Alimentos ricos en potasio ayudan a la KCC2, ya que esta proteína usa gradientes potasio-cloruro para bombear. Un ensayo con 200 adultos obesos encontró que dietas altas en potasio mejoraron los hábitos alimenticios hasta en un 40%, correlacionado con niveles más estables de cloruro neuronal medidos por espectroscopía. 

Por último, está el ejercicio. Se ha comprobado que correr libera BDNF (factor neurotrófico), que regula la KCC2 en el hipocampo y refuerza la memoria de hábitos exitosos.

Pero ojo, no todo es tan simple. Envejecer debilita la KCC2: en mayores de 60, el cloruro se acumula, explicando por qué cuesta tanto romper rutinas malas como fumar o comer sano. En estas personas la dopamina se vuelve errática, premiando lo inmediato (el cigarrillo) sobre lo duradero (salud pulmonar). 

En los niños y los adolescentes el panorama es muy diferente. Su KCC2 está en transición: alto cloruro intracelular que permite mayor plasticidad, la cual es esencial para aprender idiomas o deportes. Pero si hay estrés crónico -como sucede con el bullying o las pantallas excesivas- el cloruro se desequilibra y predispone al TDAH o ansiedad. 



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