Por Medicina Responsable
15 de octubre de 2025Aunque las consecuencias del tabaco sobre la salud son en muchos casos irreversibles, dejarlo siempre aporta ventajas para quienes toman la decisión. Esta postura ha sido reforzada por un reciente estudio de investigadores británicos, que ha encontrado nuevas evidencias sobre cómo dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, produce mejoras sobre el ritmo al que se manifiesta el deterioro cognitivo.
Esta investigación de la Universtiy College de Londres (Reino Unido) y publicada en The Lancet Healthy Longevity, ha analizado datos de 9.436 personas de 40 años o más (con una edad promedio de 58 años) en 12 países, comparando los resultados de pruebas cognitivas entre personas que dejaron de fumar con los de un grupo de control equivalente que siguió fumando. Estudios previos habían encontrado una mejora a corto plazo en la función cognitiva tras dejar de fumar. Sin embargo, se desconocía si esta mejora se mantenía a largo plazo, en particular cuando las personas dejaban de fumar en etapas posteriores de la vida.
Para responder a esta pregunta, el equipo de investigación analizó datos de tres estudios en curso en los que un grupo representativo de participantes a nivel nacional respondía a encuestas cada dos años. Los estudios abarcaron Inglaterra, Estados Unidos y otros diez países europeos.
Se comparó a más de 4.700 participantes que dejaron de fumar con un número igual de personas que continuaron fumando. Ambos grupos se equipararon en función de sus puntuaciones cognitivas iniciales y otros factores como edad, sexo, nivel educativo y país de nacimiento. El equipo de investigación descubrió que las puntuaciones de ambos grupos en las pruebas de memoria y fluidez verbal disminuyeron a un ritmo similar durante los seis años previos a que los participantes de un grupo dejaran de fumar. Estas trayectorias divergieron en los seis años posteriores a dejar de fumar.
En quienes dejaron de fumar, la tasa de deterioro fue aproximadamente un 20% menor en la memoria y un 50% menor en la fluidez verbal. En la práctica, esto significó que, con cada año de envejecimiento, quienes dejaron de fumar experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria y seis meses menos de deterioro de la fluidez que quienes continuaron fumando.
Se trató de un análisis observacional, por lo que podrían persistir diferencias no medidas entre los fumadores que dejaron de fumar y los que continúan fumando; si bien las tendencias antes de dejar de fumar eran similares, el estudio no puede probar causa y efecto.
Sin embargo, el equipo de investigación señaló que sus hallazgos eran consistentes con estudios anteriores que mostraban que los adultos mayores de 65 años que dejan de fumar a principios o en la mediana edad tienen puntajes cognitivos comparables a los de quienes nunca fumaron, y que los ex fumadores y los que nunca fumaron tienen un riesgo similar de demencia una década o más después de dejar de fumar. Dado que un deterioro cognitivo más lento se relaciona con un menor riesgo de demencia, sus hallazgos se suman a la creciente evidencia que sugiere que dejar de fumar podría ser una estrategia preventiva para la enfermedad. Sin embargo, se necesita más investigación para confirmarlo.
La autora principal, la doctora Mikaela Bloomberg (Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud de la UCL), ha destacado que estas evidencias sugieren “que dejar de fumar puede ayudar a las personas a mantener una mejor salud cognitiva a largo plazo, incluso cuando tenemos 50 años o más cuando se hace”. “Ya sabemos que dejar de fumar, incluso en etapas posteriores de la vida, suele ir acompañado de mejoras en la salud física y el bienestar. Parece que, también para nuestra salud cognitiva, nunca es demasiado tarde para dejarlo", ha apuntado a este respecto.
Este hallazgo es especialmente importante porque los fumadores de mediana edad y mayores tienen menos probabilidades de intentar dejar de fumar que los grupos más jóvenes, pero sufren desproporcionadamente los daños del tabaco. La evidencia de que dejar de fumar puede favorecer la salud cognitiva podría ofrecer una nueva motivación convincente para que este grupo intente dejar de fumar.
Los autores recalcan que estos resultados avalan y aportan argumentos adicionales para que las administraciones públicas tomen medidas para controlar el tabaco.
Se cree que fumar perjudica la salud cerebral, en parte, porque afecta la salud cardiovascular: daña los vasos sanguíneos que suministran oxígeno al cerebro. También se cree que afecta la salud cognitiva al causar inflamación crónica y dañar directamente las células cerebrales mediante estrés oxidativo (debido a la creación de moléculas inestables llamadas radicales libres).