Por Clara Arrabal
11 de agosto de 2025A pesar de que la comida picante puede resultar, si el sabor fuera muy intenso, algo desagradable al paladar, lo cierto es que puede tener beneficios para nuestro organismo. Así es como lo afirma un estudio del Colegio Médico de Chengdu (China) publicado en la revista Chinese Journal of Epidemiology, que asegura que el consumo habitual de alimentos picantes podría estar relacionado con una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.
Para realizar la investigación, los científicos han hecho encuestas desde el pasado año 2004, es decir, durante 21 años, a más de 50.000 habitantes de la comarca de Pengzhou, donde es típica la producción y el consumo de chiles y guindillas. En el cuestionario, se evaluaron factores como la frecuencia de la ingesta, el grado de picante, la edad a la que se probaron estos alimentos o sus formas de consumo.
Los investigadores observaron que aquellas personas que consumían alimentos picantes al menos seis veces por semana presentaban un 11% menos de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. También se redujeron en un 14% las posibilidades de sufrir cardiopatías isquémicas, en un 12% enfermedades cerebrovasculares y en un 15% ictus isquémicos.
Además, los beneficios para la salud de la comida picante se reportaron independientemente de la forma de consumo, por lo que no se identificaron los patrones de estas asociaciones. Sin embargo, sí que pudo hallarse la relación con el tipo de sabor: para el picante intenso, las probabilidades de enfermedad se aminoraron un 9%, para el moderado un 14% y para el suave un 7%.
Tras analizar los resultados, los investigadores han determinado que el motivo de estas nuevas averiguaciones podría residir en la capsaicina, la sustancia que proporciona a las guindillas y los chiles su característico ardor.
Este compuesto también se utiliza como analgésico tópico para aliviar el dolor, especialmente el neuropático, ya que actúa disminuyendo la actividad de las células nerviosas que transmiten el dolor al reducir la cantidad de sustancia P, un neurotransmisor involucrado en la señalización del dolor.