Por Medicina Responsable
12 de septiembre de 2025Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha propuesto incorporar la medición de la fuerza manual como parte de las evaluaciones rutinarias de salud en población infantil y adolescente. Según el estudio, esta prueba, realizada mediante dinamometría manual, permite detectar de forma sencilla el estado de forma física y su relación con factores como el riesgo cardiovascular, la masa muscular o el estado nutricional.
El trabajo, publicado en la revista Children, ha analizado datos de 3.281 menores de entre 3 y 16 años, recogidos entre 2018 y 2022 en el marco de tres proyectos: el Programa Escolar de Salud Cardiovascular (PESCA), el estudio PASOS de la Fundación Gasol y el estudio ASOMAD de la propia UPM. Además, ha contado con la colaboración de hospitales del grupo Quirónsalud y varias fundaciones implicadas en investigación pediátrica.
Los autores destacan que los niveles de fuerza en la mano pueden funcionar como un marcador funcional comparable a las curvas de crecimiento por talla o peso, permitiendo identificar déficits físicos en etapas tempranas. “La dinamometría puede alertar sobre alteraciones que afectan a la salud presente y futura de niños y adolescentes”, explica Augusto Zapico, investigador del grupo ImFINE de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF-UPM) y uno de los coordinadores del estudio.
Entre los hallazgos más relevantes, el estudio muestra una caída significativa de la fuerza media a partir de los 14 años, especialmente entre los adolescentes, un dato que los investigadores vinculan al aumento del sedentarismo, la reducción de la actividad física y el mayor tiempo de exposición a pantallas. También se han identificado diferencias por sexo: las niñas alcanzan su pico de fuerza hacia los 11 años, mientras que en los niños se retrasa hasta los 13 o 14, y presentan además una mayor eficiencia muscular en relación con su peso corporal.
Los investigadores proponen que la dinamometría manual se utilice como herramienta de cribado en centros escolares y consultas pediátricas, al tratarse de una técnica económica, no invasiva y fácil de aplicar. La interpretación de los resultados, señalan, debe tener en cuenta la edad, el sexo y el momento del desarrollo puberal para garantizar una evaluación adecuada.
El estudio refuerza la importancia de incorporar indicadores funcionales en el seguimiento del desarrollo infantil, con el objetivo de detectar a tiempo situaciones de riesgo y fomentar hábitos de vida activos desde edades tempranas.