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Las cabinas de rayos UVA triplican el riesgo de melanoma y pueden causar daños en el ADN

Así lo afirma un nuevo estudio dirigido por Northwestern Medicine y la Universidad de California en San Francisco (UCSF), en Estados Unidos

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Las cabinas de rayos UVA triplican el riesgo de melanoma y pueden causar daños en el ADN
Foto de John Tekeridis. Pexels

Por Medicina Responsable

15 de diciembre de 2025

El uso de camas de rayos UVA o cabinas de bronceado está vinculado a un aumento de casi tres veces el riesgo de melanoma y, por primera vez, los científicos han demostrado cómo estos dispositivos causan daños en el ADN vinculados al melanoma en casi toda la superficie de la piel. Así lo afirma un nuevo estudio dirigido por Northwestern Medicine y la Universidad de California en San Francisco (UCSF), en Estados Unidos. Los hallazgos se publican en la revista Science Advances.

El melanoma, el cáncer de piel más mortal, mata a unas 11.000 personas al año en Estados Unidos. A pesar de décadas de advertencias, el mecanismo biológico preciso que subyace al riesgo de cáncer asociado a las camas de bronceado sigue sin estar claro. Por ello, la industria del bronceado artificial ha utilizado esta incertidumbre para argumentar que las camas de bronceado no son más dañinas que la luz solar.

Este nuevo estudio desafía "irrefutablemente" esas afirmaciones al mostrar cómo las cabinas de rayos UVA, a nivel molecular, mutan las células de la piel mucho más allá del alcance de la luz solar ordinaria, según los autores. "Incluso en piel normal de pacientes que se broncean en interiores, en zonas sin lunares, encontramos cambios en el ADN que son mutaciones precursoras que predisponen al melanoma", informa Pedram Gerami, primer autor del estudio y profesor de investigación sobre cáncer de piel en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern. "Esto nunca se había demostrado antes".

Gerami, quien también dirige el programa de melanoma en dermatología en Northwestern, lleva 20 años tratando a pacientes con melanoma. Con el paso de los años, ha observado un número inusualmente alto de mujeres menores de 50 años con antecedentes de múltiples melanomas y sospechó que el factor de correlación era el uso de rayos UVA.

Por ello, junto con su equipo de investigación, diseñó la parte epidemiológica del estudio y comparó los historiales médicos de aproximadamente 3.000 usuarios con los de 3.000 controles de la misma edad sin antecedentes de bronceado artificial.

El equipo descubrió que se diagnosticó melanoma al 5,1% de los usuarios de rayos UVA, en comparación con el 2,1% de quienes no las usaban. Tras ajustar por edad, sexo, antecedentes de quemaduras solares y antecedentes familiares, el uso de camas solares se mantuvo asociado con un aumento de 2,85 veces en el riesgo de melanoma.

Los usuarios de rayos UVA también fueron más propensos a desarrollar melanoma en zonas del cuerpo protegidas del sol, como la zona lumbar y los glúteos. Estos hallazgos respaldaron la idea de que las cabinas solares pueden causar lesiones en el ADN más graves que la exposición al sol.

Para probar esa hipótesis, los científicos utilizaron nuevas tecnologías genómicas para realizar una secuenciación de ADN de células individuales en melanocitos (las células de la piel productoras de pigmento donde comienza el melanoma) de tres grupos de donantes de piel. El primer grupo incluyó a 11 pacientes de Gerami con un largo historial de bronceado artificial. El segundo grupo consistió en nueve pacientes que nunca habían usado cabinas de rayos uva, pero que, por lo demás, fueron emparejados por edad, sexo y perfil de riesgo de cáncer. Un tercer grupo, compuesto por seis donantes de cadáveres, aportó tejido cutáneo adicional para completar las muestras de control.

Los científicos secuenciaron 182 melanocitos individuales y descubrieron que las células cutáneas de los usuarios de rayos UVA presentaban casi el doble de mutaciones que las de los sujetos de control y eran más propensas a contener mutaciones asociadas al melanoma. En quienes se bronceaban en interiores, las mutaciones también aparecieron en zonas del cuerpo que suelen permanecer protegidas del sol, lo que confirma que las cabinas de rayos generan un campo más amplio de daño al ADN. "Con la exposición al sol al aire libre, quizás el 20% de la piel sufre el mayor daño", explica Gerami. "En usuarios de cabinas de rayos, observamos esas mismas mutaciones peligrosas en casi toda la superficie de la piel".

Tras analizar la evidencia biológica y clínica en conjunto, Gerami apunta a la necesidad de un cambio de política. "Como mínimo, el bronceado artificial debería ser ilegal para menores de edad. La mayoría de mis pacientes empezaron a broncearse siendo jóvenes, vulnerables y sin el mismo nivel de conocimientos y educación que tienen de adultos", plantea. "Se sienten perjudicados por la industria y lamentan los errores de su juventud".

Gerami también destaca que las cabinas de rayos deberían llevar advertencias similares a las de los cigarrillos. "Cuando compras un paquete de cigarrillos, dice que puede causar cáncer de pulmón", insiste. "Deberíamos implementar una campaña similar con el uso de las cabinas de rayos. La Organización Mundial de la Salud ha considerado que las camas solares tienen el mismo nivel de carcinógeno que el tabaco y el asbesto. Es un carcinógeno de clase uno".

Finalmente, Gerami sugiere que cualquier persona que se haya bronceado frecuentemente en su vida debería hacerse un examen de piel de todo el cuerpo por parte de un dermatólogo y evaluar si necesita controles de piel de rutina.

Mayor riesgo en la juventud

Además de una piel más envejecida, los investigadores también han descubierto que los jóvenes que se broncean en interiores experimentan cambios genéticos que pueden llevar a más mutaciones en las células de su piel que las personas del doble de su edad. "Descubrimos que los usuarios de camas solares de entre 30 y 40 años presentaban incluso más mutaciones que la población general de entre 70 y 80 años", detalla el doctor Bishal Tandukar, investigador postdoctoral en Dermatología de la UCSF y coautor principal del estudio. "En otras palabras, la piel de los usuarios de camas solares parecía décadas más vieja a nivel genético", afirma.

Los jóvenes usuarios tenían más mutaciones en la piel que personas del doble de su edad, especialmente en la zona lumbar, una zona que no recibe mucho daño de la luz solar pero que está muy expuesta a las camas solares. "La piel de los usuarios de rayos UVA estaba plagada de semillas de cáncer: células con mutaciones que se sabe que conducen al melanoma", informa el autor principal A. Hunter Shain, profesor asociado en el Departamento de Dermatología de la UCSF . "No podemos revertir una mutación una vez que se produce, por lo que es esencial limitar la acumulación de mutaciones desde el principio", concluye Shain, cuyo laboratorio se centra en la biología del cáncer de piel. "Una de las maneras más sencillas de lograrlo es evitar la exposición a la radiación UV artificial".



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