Por Gema Puerto
24 de octubre de 2023Aunque hace un siglo los bacteriófagos (fagos) sirvieron como un remedio antimicrobiano eficaz y fueron utilizados en las antiguas repúblicas soviéticas para combatir infecciones bacterianas como la peste bubónica o el cólera, el interés en el tratamiento con estos virus antibacterianos disminuyó gradualmente con el descubrimiento de los antibióticos. Pero los últimos estudios científicos de la microbiota, así como el incremento en la incidencia de la resistencia antibiótica a las bacterias humanas, han favorecido que los fagos vuelvan a ser una alternativa terapéutica (fagoterapia) para abordar distintas enfermedades no transmitibles (ENT) o enfermedades cardiovasculares como los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares, los cánceres, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes.
Los investigadores del laboratorio Eran Elinav, del Instituto Weizmann (Israel), han publicado en la revista Science un estudio que demuestra que la terapia con fagos puede reparar distintos desequilibrios de la microbiota y tratar distintas infecciones, todo ello sin dañar la microbiota circundante y, en algunos casos, puede incluso conferir sensibilidad a los antibióticos en infecciones previamente resistentes a éstos.
Según este estudio, el desarrollo de una terapia con fagos humanos para enfermedades no transmisibles comienza con la identificación de bacterias que contribuyen a la enfermedad y al aislamiento y prueba de fagos potenciales. Gracias a los enfoques experimentales que alteran la microbiota, como la nutrición personalizada, los probióticos de precisión, el trasplante de microbiota y la suplementación con metabolitos, se consigue el objetivo de modular la composición y función de la microbiota hacia una configuración más saludable.
Para utilizar la terapia con fagos en las ENT, los investigadores utilizaron una terapia de combinación de fagos para atacar una agrupación de cepas de la bacteria Klebsiella pneumoniae resistente a los antibióticos y asociada a la enfermedad inflamatoria intestinal. Además, se demostró la viabilidad y seguridad de los fagos administrados por vía oral en el tracto gastrointestinal de voluntarios humanos sanos. Como señalaron los investigadores, el tratamiento con fagos “debe adaptarse al individuo, lo que puede facilitarse mediante el cocultivo de objetivos bacterianos recolectados por el paciente con fagos potenciales para identificar aquellos con capacidad antibacteriana”.
Las combinaciones complementarias de fagos podrían ayudar a identificar microbios benignos que tienen la capacidad, en condiciones de un ecosistema alterado (disbiosis), de provocar determinadas patologías que contribuyen a la enfermedad en un paciente. Sin embargo, se deben superar múltiples desafíos, incluidas las dificultades en el aislamiento y la disponibilidad de fagos.
Tampoco deben pasarse por alto los desafíos regulatorios. Debido a que los fagos son agentes biológicos vivos, presentan numerosas diferencias con respecto a los medicamentos tradicionales y, por lo tanto, merecen una consideración regulatoria personalizada. Por ejemplo, la aprobación de tratamientos farmacológicos combinados a menudo requiere evidencia de la eficacia de cada componente. En el caso de los fagos, este enfoque probablemente fracasaría en muchos casos, dado que se desarrollaría resistencia bacteriana contra algunos o todos los fagos individuales cuando se administran como intervenciones únicas.