
Por Santiago Melo
12 de noviembre de 2025Ver fútbol activa mucho más que la emoción del momento. Un estudio publicado en Radiology, la revista de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA), realizado por expertos de la Universidad San Sebastián en Chile, demuestra que los aficionados experimentan una intensa actividad cerebral al ver partidos de su equipo, especialmente cuando hay rivalidad de por medio.
La investigación utilizó resonancias magnéticas funcionales para analizar la respuesta del cerebro en 60 seguidores de equipos rivales. Mientras observaban jugadas clave, como goles a favor o en contra, se activaban regiones cerebrales asociadas al sistema de recompensa y al control cognitivo. La alegría por una victoria ante el clásico rival provocaba una fuerte respuesta emocional positiva, mientras que una derrota significativa bloqueaba momentáneamente áreas responsables del autocontrol.
Este fenómeno, conocido como supresión paradójica, explica por qué muchos aficionados pueden perder la compostura ante una mala jugada o decisión arbitral. Según los autores, cuanto mayor es el grado de fanatismo, mayor es la activación de estos circuitos, y, por tanto, más intenso el impacto emocional.
Además, los investigadores señalan que este tipo de reacciones no son exclusivas del fútbol. El patrón cerebral observado podría aplicarse a otros tipos de fanatismo como el político o ideológico, ya que los mecanismos neuronales detrás del sentimiento de pertenencia y rivalidad son similares.
Uno de los hallazgos más relevantes apunta a que estos circuitos cerebrales comienzan a formarse en la infancia. Factores como el estrés temprano o el tipo de educación pueden influir en cómo se desarrollan las estructuras que equilibran emoción y autocontrol, lo que refuerza la importancia de la prevención desde edades tempranas.
La conclusión de los expertos es clara: entender cómo responde el cerebro en contextos de alta carga emocional como el fútbol puede ayudar a diseñar estrategias de prevención de violencia, mejorar la gestión de multitudes y, sobre todo, reforzar la cohesión social frente a los riesgos del fanatismo extremo.