Un análisis de sangre podría identificar los pensamientos suicidas

La salud mental es un componente imprescindible de la salud del ser humano, pero, a día de hoy, se ha convertido en un problema de salud pública que afecta a millones de personas en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que más de 800.000 personas mueren por suicidio cada año, y muchas más lo intentan. En España, el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte externa en nuestro país. En total 4.227 personas fallecieron por esta causa en 2022, lo que se traduce en 11 personas al día.

Si bien los síntomas principales de la depresión son psicológicos, los científicos han llegado a comprender que es una enfermedad compleja que presenta también efectos físicos en todo el cuerpo. Por ello, medir marcadores del metabolismo celular se ha convertido en un enfoque importante para estudiar enfermedades mentales y desarrollar nuevas formas de diagnosticarlas, tratarlas y prevenirlas.

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (EE. UU) han avanzado en esta línea de trabajo a través de un nuevo estudio que revela una conexión entre el metabolismo celular y la depresión. Descubrieron que las personas con depresión e ideas suicidas tenían compuestos detectables en la sangre que podrían ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo. Los investigadores también encontraron diferencias basadas en el sexo.

Los resultados, publicados en la revista Translational Psychiatry, podrían ayudar a personalizar la atención de salud mental e identificar nuevos objetivos para futuros medicamentos. "Las enfermedades mentales, como la depresión, tienen impactos y factores que van mucho más allá del cerebro", explicó Robert Naviaux, profesor del departamento de Medicina, Pediatría y Patología de la Facultad de Medicina de UC San Diego. “Hace diez años era difícil estudiar cómo la química de todo el cuerpo influye en nuestro comportamiento y estado de ánimo, pero las tecnologías modernas nos ayudan a escuchar las conversaciones de las células en su lengua materna, que es la bioquímica. "

Aunque muchas personas con depresión experimentan una mejora con la psicoterapia y los medicamentos, la depresión de algunas personas es refractaria al tratamiento, es decir, que este tiene poco o ningún impacto sobre ellos. La mayoría de los pacientes con depresión refractaria al tratamiento experimentan pensamientos suicidas, y hasta el 30% intentará suicidarse al menos una vez en su vida.

Los investigadores analizaron muestras de sangre de diferentes participantes que presentaban depresión resistente al tratamiento e ideas suicidas y de otros individuos sin estas patologías. Entre los cientos de bioquímicos diferentes que circulaban en la sangre, descubrieron que cinco podrían usarse como biomarcadores para clasificar a los pacientes con depresión refractaria al tratamiento e ideas suicida.

Si bien hubo diferencias entre hombres y mujeres, algunos marcadores fueron consistentes en ambos sexos. Esto incluía biomarcadores de disfunción mitocondrial, que ocurre cuando las estructuras productoras de energía de nuestras células funcionan mal. Los investigadores plantean la hipótesis de que es esta función la que está más desregulada en personas con ideas suicidas.

De esta manera los investigadores sugieren, siguiendo esta línea de investigación, un nuevo enfoque para personalizar la medicina para la depresión y una ayuda para descubrir nuevos fármacos que puedan combatir la disfunción mitocondrial, lo que podría tener amplias implicaciones para la salud humana en general.

“Nuestros resultados muestran que existe la posibilidad de impulsar el metabolismo en la dirección correcta para ayudar a los pacientes a responder mejor al tratamiento, y en el contexto del suicidio, esto podría ser suficiente para evitar que las personas crucen ese umbral. Además, si podemos encontrar formas de tratar la depresión y la ideación suicida a nivel metabólico, también podemos ayudar a mejorar los resultados de muchas enfermedades que conducen a la depresión”, concluye Naviaux.

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