
Por Santiago Melo
23 de diciembre de 2025Durante la Navidad, la comida está presente en casi todos los encuentros sociales. La abundancia de alimentos, el ambiente festivo y la presión por compartir en familia pueden llevar a muchas personas a comer más de lo necesario. Sin embargo, cuando estas conductas se repiten o van acompañadas de una sensación de pérdida de control, pueden indicar algo más que un exceso puntual.
Un atracón se define como la ingesta de una cantidad excesiva de alimentos en un corto periodo de tiempo, generalmente acompañado por malestar físico y emocional.
Aunque en la mayoría de los casos se trata de algo temporal, para quienes ya conviven con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), como el trastorno por atracón, la bulimia o la anorexia, estas fechas pueden ser especialmente complicadas.
Además de provocar hinchazón, acidez o digestiones pesadas, también pueden conllevar sentimientos de culpa, vergüenza o frustración. Estas emociones, a su vez, alimentan un ciclo poco saludable en el que se alternan la restricción calórica extrema con nuevos atracones.
En casos más graves, este comportamiento puede derivar en conductas compensatorias como el ayuno prolongado, el ejercicio excesivo o el uso de laxantes, señales claras de un trastorno alimentario que requiere atención especializada.
El entorno cercano tiene un rol fundamental. Una comunicación abierta en casa ayuda a normalizar conversaciones sobre la relación con la comida y facilita que quienes necesitan ayuda se atrevan a pedirla. Además, evitar comentarios sobre el físico o el peso durante estas fechas es una forma sencilla de proteger la salud emocional de todos.
La Navidad no causa un TCA, pero puede ser el detonante de un problema latente. Prestar atención a las señales de alerta, evitar la culpabilización y promover hábitos equilibrados son pasos clave para disfrutar de estas fechas sin comprometer el bienestar.