Por Medicina Responsable
22 de septiembre de 2025La Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (Efpia, por sus siglas en inglés) ha publicado la última edición de su informe anual sobre el sector innovador en el continente. Con 52.000 millones de inversión en I+D de nuevos medicamentos, 950.000 puestos de trabajo y un volumen de producción que supera los 440.000 millones de euros, el informe apunta que la farmacéutica sigue siendo la industria de alta tecnología con mayor valor añadido por empleado.
Junto a estas cifras, el informe también destaca que es el sector con la mayor proporción de inversión en I+D respecto a sus ingresos por ventas netas (13,5%). No obstante, desde la Efpia también ponen el acento en los desafíos que plantea el contexto actual para Europa con la imposición de aranceles, la pérdida de competitividad frente a los dominadores actuales del mercado global (EE.UU. y China) y la inestabilidad regulatoria. Así, desde la patronal española, Farmaindustria, apuntan que la industria “no se está viendo respaldada” en la región europea.
El informe también aporta otros datos que dimensionan el impacto del mercado innovador y las inversiones que supone. En esta línea, recuerda que la producción de nuevos medicamentos es un complejo y largo proceso, que se demora una media de más de 12 años y con una inversión que supera los 3.000 millones de euros para las compañías. A esto se suma que solo una o dos de cada 10.000 sustancias sintetizadas superan todas las etapas para el desarrollo de terapias.
Farmaindustria subraya que Europa ha perdido en este siglo su papel como “centro neurálgico de la ciencia y la innovación”. Tras haber perdido el primer puesto como región innovadora biofarmacéutica del mundo en el año 2000, la UE es ahora la tercera región generadora de nuevas moléculas. Y no solo por el empuje norteamericano que, en 2024, ya acaparó el 54,8% de las ventas farmacéuticas globales frente al 22,7% de Europa. El año pasado, China superó por primera vez a Estados Unidos (EEUU) y Europa como creadores de nuevos principios activos lanzados al mercado: de un total de 81 nuevas moléculas puestas a disposición de los pacientes, 28 provinieron de compañías con sede en China, mientras que 25 se originaron en EEUU y solo 18 provinieron de empresas con sede en Europa.
Esta es la prueba del rápido crecimiento del mercado farmacéutico y del entorno investigador en “economías emergentes como Brasil, China e India, lo que ha llevado a una migración gradual de la actividad desde Europa hacia estos países”, destaca el informe. Europa se enfrenta, por tanto, a una creciente competencia de las economías consolidadas, como EEUU o Japón, y de otras muchas emergentes, sobre todo en la región Asia-Pacífico. “La industria farmacéutica necesita un marco comercial estable que impulse la inversión y el desarrollo de nuevos tratamientos”, subraya la directora del Departamento Internacional de Farmaindustria, Icíar Sanz de Madrid.
“La inestabilidad derivada por la guerra arancelaria y las presiones económicas de la Administración Trump impactan en un contexto internacional muy tenso para la industria farmacéutica, con la inflación derivada de la guerra de Ucrania o la incertidumbre creada por la revisión de la legislación farmacéutica europea o las nuevas regulaciones medioambientales”, añade.
En términos económicos, los aranceles son un desincentivo para las inversiones en este sector. Efpia estima que el posible coste de los aranceles del 15% sobre las exportaciones farmacéuticas a EEUU para las compañías farmacéuticas en Europa asciende a unos 18.000 millones de euros, un dato preocupante para un sector que no puede repercutir sus costes en aumentos de precios finales.
Asimismo, cada vez más compañías farmacéuticas han anunciado compromisos firmes de construir nuevas plantas de producción en EEUU, respondiendo a incentivos fiscales y regulatorios y buscando protegerse de eventuales aranceles. Al menos diez empresas han comunicado compromisos de inversión en nuevas fábricas en territorio estadounidense en los próximos años que, sumados, superan los 280.000 millones de euros. Esta oleada de inversiones implica un riesgo directo: medicamentos que hoy se fabrican en Europa podrían, en pocos años, producirse íntegramente en suelo norteamericano, debilitando nuestra base industrial, el empleo cualificado y el valor añadido que genera la industria en la UE.
Desde Farmaindustria subrayan que las medidas para paliar esta pérdida de poder frente a sus competidores pasan, en primer lugar, por un “refuerzo de la propiedad intelectual” y una agilización del proceso para acceder a la innovación. “Solo así podremos liderar de nuevo la carrera hacia la innovación biofarmacéutica y contrarrestar las ventajas competitivas de otras regiones del mundo”, propone Sanz de Madrid. En esta línea, incide que el hecho de no incentivar el desarrollo de la innovación podría tener un impacto directo en el estado de bienestar del UE.
El desafío para las próximas décadas no es si la innovación biomédica ocurrirá, sino dónde ocurrirá y cómo los pacientes en Europa pueden beneficiarse del enorme potencial de la industria biofarmacéutica. El compromiso del sector sigue patente, como muestran las últimas cifras de Efpia; no incentivarlo podría tener un impacto directo en el estado de bienestar de la UE.