logo_medicina
Síguenos

Sofocos, sudoración excesiva… ¿Por qué los pacientes de cáncer son más vulnerables al calor?

La nutricionista especializada en pacientes oncológicos, Victoria Góngora, explica a Medicina Responsable la importancia de vigilar la hidratación en este tipo de pacientes

Compartir
Sofocos, sudoración excesiva… ¿Por qué los pacientes de cáncer son más vulnerables al calor?
Freepik

Por Juan García

22 de julio de 2025

Si multiplicamos los efectos que provoca el calor sobre el organismo por estar recibiendo un determinado tratamiento y le añadimos la especial precaución que debe tener una persona con diagnóstico de cáncer, nos acercaremos a ponernos en la piel de un paciente oncológico durante el verano. El riesgo de deshidratación convierte a estos pacientes en un colectivo especialmente vulnerable frente a las altas temperaturas, aunque no todos son completamente conscientes de cómo deben vigilar sus hábitos para evitarlo.

Los estragos del calor pueden intensificar síntomas ya presentes, como fiebre o deshidratación, reducir la tolerancia a los mismos, aumentar su toxicidad y comprometer su eficacia. Por ello, la dietista-nutricionista Victoria Góngora, especializada en pacientes oncológicos, repasa para Medicina Responsable las claves para que estos pacientes no sufran estos efectos indeseados.

Entre las personas con cáncer, las pacientes de cáncer de mama hormonal están entre las más susceptibles de ver agravado su estado a consecuencia del calor. La terapia hormonal que reciben provoca entre sus efectos secundarios un aumento de los episodios vasomotores, como los sofocos y la sudoración excesiva. Góngora explica que hay tratamientos hormonales que pueden alterar los niveles de colesterol o el riesgo de osteoporosis, pero también experimentan “más insomnio, cansancio y episodios de sudoración nocturna” a consecuencia del calor.

La prioridad para combatirlo, resalta la nutricionista, pasa por priorizar “el agua, las frutas, las verduras frescas y evitar el alcohol”. El consumo de bebidas alcohólicas tiende a aumentar esos efectos secundarios, al igual que el exceso de cafeína o la ingesta de bebidas calientes o platos copiosos. “Una mujer que está en tratamiento hormonal y bebe alcohol puede tener más sofocos y dormir peor. También se deben evitar las comidas copiosas o muy condimentadas, especialmente en la cena”, señala la especialista.

Las proteínas vegetales de las legumbres y el pescado azul como salmón, sardina o los boquerones son algunos de los imprescindibles de la dieta de una paciente de cáncer de mama, a los que en verano se pueden sumar recetas frescas como “batidos de frutas, gazpachos, cremas frías, infusiones frías o yogures naturales”. Sobre todo, la clave es que la alimentación favorezca la fácil digestión y que mantengan una hidratación adecuada y regular. 

“Todos los pacientes oncológicos deberían poder acceder a un nutricionista”

Cada tipo de cáncer y cada caso tiene su propia casuística que también debe ser valorada desde el punto de vista nutricional. “Las recomendaciones alimenticias dependen muchísimo de la localización del tumor”, subraya en primer lugar la nutricionista.

Aunque el nivel de consciencia sobre cuidar la alimentación viene creciendo en los últimos años, los pacientes oncológicos siguen teniendo lagunas en la información que reciben a este respecto. Y esto se debe principalmente a la falta de dietistas-nutricionistas como parte del equipo que atiende a estos pacientes. “La mayoría de centros hospitalarios no cuentan con estos perfiles. Por lo tanto, los pacientes no tienen acceso a esta pauta de nutrición y se van a casa sin saber qué comer”, lamenta la especialista.

La situación varía entre comunidades, pero la implantación es muy reducida en la sanidad pública, y la mayoría de profesionales como ella ejercen en el ámbito privado. “Todos los pacientes deberían poder acceder a un dietista nutricionista, porque hemos visto que el tratamiento nutricional es un pilar más y debería de formar parte del tratamiento oncológico”, defiende. Y hay argumentos que lo sostienen: “Un buen estado nutricional va a potenciar la eficacia de los tratamientos oncológicos y va a reducir, por ejemplo, la sintomatología de la persona”.

“No depende solo del tipo de cáncer, sino del momento del diagnóstico”

Esas lagunas de información que tienen los pacientes dan lugar en muchos casos a informaciones contradictorias, pues varían en función del tipo de cáncer, el estado en el que se encuentre e incluso el propio paciente. “Por ejemplo, una persona con cáncer de próstata durante la radioterapia que tiene que reducir la ingesta de fibra para no tener tantos síntomas, pero cuando ya la ha pasado simplemente está como con cualquier otro tipo de tratamiento hormonal. Por tanto, ya no solo depende del tipo de cáncer, sino del estadio en el que se encuentre la enfermedad y, por supuesto, de la persona”, argumenta la nutricionista.

Además, hay determinados tipos de cáncer, como el de páncreas o de estómago que tras una cirugía hay que apoyar la recuperación restringiendo la dieta a alimentos suaves y de fácil digestión como cremas o yogures. “Sin embargo, una persona que pueda tener otro tipo de cáncer, como un cáncer de próstata, un cáncer de mama, que no curse con tantos problemas digestivos, puede tener una dieta más similar a cualquier persona”, concluye. Por ello, la clave pasa por brindar una atención personalizada sobre las pautas nutricionales para complementar las recomendaciones médicas.

La nutricionista oncológica constata, en base a su experiencia en consulta, que las mujeres suelen ser más conscientes de la importancia de la alimentación y que los hombres, en muchos casos, llegan a su consulta convencidos por alguna mujer de su entorno, como una familiar o cuidadora.  Los principales perfiles a los que atiende son “sobre todo mujeres con cáncer de mama, cáncer ginecológico o personas que, digamos, tienen una necesidad más obvia, por ejemplo, después de una cirugía digestiva”. 

Pero estas recomendaciones deben formar parte de un abordaje integral, por lo que la especialista trata de abrir vías de comunicación con los médicos y vigilar siempre las analíticas para comprobar que no haya deficiencias de otro tipo. “Habitualmente yo lo que siempre hago es mandar un informe al oncólogo o al hematólogo con una petición analítica del paciente o la propuesta de tratamiento nutricional que le he hecho y su justificación”, explica. Aunque no siempre recibe respuesta por parte de los doctores, los pacientes actúan como intermediarios para resolverle dudas y coordinar el abordaje. La colaboración que trata de establecer la nutricionista también abarca a psicooncólogos, fisioterapeutas y otros profesionales, con quienes reconoce es más fácil la comunicación.

La presencia de nutricionistas en la sanidad pública en España sigue siendo, por el momento, prácticamente anecdótica. Por ello, la especialista subraya la necesidad de apostar por estos profesionales para algo tan sencillo pero necesario como dar respuesta a los pacientes sobre qué les ocurre y qué pueden hacer para evitarlo.



Te puede interesar
muertes-cancer-mama-aumento-68-por-ciento-2050
Las muertes por cáncer de mama aumentarán un 68% en 2050
sanidad-rechaza-informar-precio-medicamentos
Sanidad rechaza informar sobre el precio de varios medicamentos, como pide Transparencia
lagrimas-humanas-laboratorio
Desarrollan lágrimas humanas en laboratorio