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Seis enfermedades que se pueden coger en una piscina

Un día de piscina puede terminar en un problema de salud si no se toman las precauciones adecuadas

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Seis enfermedades que se pueden coger en una piscina
Foto de Jubéo Hernandez en Unsplash

Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable

18 de julio de 2023

Se estima que alrededor de 90 millones de enfermedades están directamente relacionadas con las actividades acuáticas recreativas, siendo las piscinas uno de los principales catalizadores de estas dolencias.

Los problemas de salud más importantes que pueden sufrir los usuarios de las piscinas son las enfermedades infecciosas y, dentro de ellas, juega un protagonismo especial la diarrea. La gastroenteritis está relacionada directamente con tragar agua contaminada y entre los gérmenes más implicados en su aparición se encuentran los virus (rotavirus), las bacterias (E coli, Salmonella y Campylobacter) y los protozoos (Giardia).

En ocasiones las infecciones también afectan a los oídos y a los ojos. En el primer caso estaríamos ante el escenario de una otitis externa, la forma más frecuente de otitis relacionada con las piscinas. Clínicamente se manifiesta con dolor a nivel del oído, secreción, pérdida auditiva e, incluso, fiebre. Generalmente, la otitis externa suele estar producida por bacterias, pero hasta en un 20% de los casos es atribuida a una infección por hongos.

Las infecciones oculares –conjuntivitis- tampoco se quedan a la zaga entre los usuarios de las piscinas. En este caso, suelen estar ocasionadas por adenovirus y cursan, generalmente, con picor y enrojecimiento.  

Del pie de atleta a la irritación bronquial

Nuestro calzado es un elemento protector, que no solo evita lesiones, sino también infecciones. En las piscinas nos protege, fundamentalmente, de la tinea pedís, más conocida como pie de atleta. Se trata de una infección que se adquiere en duchas y vestuarios. 

El pie de atleta está producido por hongos Tricophyton y suele afectar a la piel situada entre los dedos de los pies, en donde aparecen grietas dolorosas que pueden llegar a sangrar.

Los ojos y el sistema respiratorio pueden estar expuestos a la acción irritante de los productos químicos que se utilizan para mantener a raya a los agentes infecciosos de las piscinas. Esto es debido a que el cloro puede dar a lugar a otros agentes químicos que contienen nitrógeno en su composición –cloraminas- que pueden estrechar las vías respiratorias, especialmente en personas asmáticas, e irritar la piel.

Por último, pero no por ello menos importante, cuando el baño se prolonga en exceso es posible que haga su aparición una dermatitis, esto es, una inflamación de la piel, caracterizada por habones y ronchas pruriginosas.

Es posible prevenirlas (y curarlas)

La buena noticia ante todo este tipo de afecciones es que está en nuestras manos la prevención. La principal medida a llevar a cabo sería hacer uso del sentido común, aunque a veces sea el menos común de los sentidos. 

Si nos centramos en la diarrea, parece lógico pensar que la mejor forma de prevenirla y, lo más importante, curarla, es no bañándote si sufres diarrea hasta que no han pasado algunos días después de que cesen los síntomas. Tampoco parece muy razonable bañarse en una piscina pública en el supuesto de padecer una conjuntivitis, ya que existe riesgo de contaminar el entorno y transmitir la infección a otros bañistas. 

En aquellas personas que sean susceptibles de padecer otitis externa, se recomienda no sumergir la cabeza bajo el agua, realizar pequeñas sacudidas al salir del baño para expulsar el líquido retenido y secarse bien los oídos con la ayuda de una toalla.

Para evitar tragar agua contaminada es recomendable bañarse con la boca cerrada y, en el caso de que se vaya a bucear, hacerlo con gafas adecuadas. Asimismo, es aconsejable caminar por las instalaciones provistos de zapatillas, para evitar el contacto con hongos.

Aunque esto no está en manos de los usuarios, para prevenir las molestias derivadas de la irritación química se recomienda que la piscina tenga niveles óptimos tanto del pH como del cloro y del bromo, revisando sus filtros de forma periódica. 

Y claro está, debería ser obligatorio para todos los bañistas ducharse antes y después del baño. 

 



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