Un tumor cerebral es la presencia de una masa maligna que crece dentro del cerebro. Los que se originan en el propio cerebro son los primarios, sin embargo, los que crecen en otras zonas del organismo y se acaban expandiendo al cerebro por la metástasis son secundarios. 

En adultos, la mayoría de los tumores cerebrales son metastásicos, es decir, provienen de otro origen como el pulmón o la mama principalmente. En el caso de los niños la inmensa mayoría son primarios. 

Los tumores primarios del Sistema Nervioso Central representan un 2% del total del cáncer en adultos en España y hasta casi un 15% en niños menores de 15 años. Estos datos revelan que, al menos en adultos, se trata de un tumor poco frecuente. 

Según el Grupo Español de Investigación en Neurooncología, los tumores cerebrales más frecuente son los meningiomas, seguidos de los gliomas. Los primeros son muy frecuentes, ya que representan más del 30% de los tumores cerebrales, y surgen en las meninges, las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. A pesar de que no es técnicamente un tumor cerebral, se le incluye en esta categoría porque puede llegar a comprimir el cerebro, los nervios y los vasos adyacentes. En el caso de los gliomas se desarrollan dentro de la sustancia blanca del cerebro y, frecuentemente, se entrelazan con los tejidos cerebrales sanos. 

Factores de riesgo

Actualmente no existen causas que expliquen por qué aparece el tumor cerebral, aunque sí que se considera que la mayoría tiene un origen multifactorial. Se consideran factores de riesgo ser varón, blanco y menor de 15 años. En cuanto a la predisposición genética, no hay datos que indiquen que el desarrollo de tumores cerebrales sea hereditario, aunque sí que hay algunos tumores como los neurofibromas que pueden originarse de esta forma. Tampoco hay datos suficientes que sostengan que haya una relación causa-efecto entre el traumatismo y el tumor cerebral.

El cerebro tiene poca capacidad de expansión, ya que está rodeado por el cráneo. Por ello, cuando aparece un tumor cerebral y el cerebro crece se detectan los síntomas porque se manifiestan de forma rápida y brusca. En función del área afectada estos pueden ser diversos. Síntomas cognitivos, como la falta de concentración, la lentitud de pensamiento, cambios de carácter o comportamiento; o crisis epilépticas u otros síntomas ligados a la localización del tumor, como la alteración en los movimientos o del lenguaje. 

Para diagnosticar un tumor cerebral se hace uso de la combinación de varias pruebas. De esta forma se permite determinar de forma más precisa y eficiente el diagnóstico para cada paciente en función del grado de actividad del tumor y extensión del mismo. Los especialistas recurren a la exploración tanto física como neurológica, primero se debe realizar un examen clínico del paciente para valorar los síntomas que presenta y sospechar de posibles afectaciones neurológicas. Además, esto ayudará a que el médico decida si realizar unas pruebas u otras. 

La exploración neurológica permitirá conocer anomalías vinculadas a aspectos como el movimiento de los ojos, la visión, el oído, los reflejos o la coordinación, entre otros. Esto se acompañará posteriormente con pruebas radiológicas, imprescindibles en el diagnóstico de estos tumores. Así se determinará la extensión del tumor, el número de lesiones, el tamaño o las zonas afectadas.

 

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